Bares y almacenes

Gran Almacén del Patriota. Esquina de las calles Piedras e Ituzaingó. Año 1920 (aprox.). (Foto: 0124FMHB.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Esquina de la Avenida 18 de Julio y Plaza Cagancha. Año 1920 (aprox.). (Foto: 0141FMHB.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Intersección de las calles Piedras, Yacaré y Pérez Castellanos. Al centro: café y bar La Proa. A la izquierda: Mercado del Puerto. Año 1915. (Foto: 0269FMHB.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Confitería del Telégrafo. Calles 25 de Mayo y Juan Carlos Gómez. Año 1927. (Foto: 0463FMHA.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo). La Confitería del Telégrafo de Santo Rovera y Ca., inaugurada en 1886, fue punto de reunión de las familias montevideanas. Ubicada en la calle 25 de Mayo y Juan Carlos Gómez —donde actualmente se encuentra el edificio de la Junta Departamental de Montevideo—, se destacaba por su salón de té rodeado de espejos y por su gran depósito de vinos finos. A mediados del siglo XX funcionó en la planta baja un gran bazar y en el piso superior un establecimiento de baños turcos.
Café Independencia. Plaza Independencia. Década de 1920 (aprox.). (Foto: 0574FMHB.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo). El Café Independencia estaba ubicado frente a la Plaza Independencia, lindando con el Palacio Salvo. Constituyó uno de los típicos cafés de billares montevideanos de las primeras décadas de siglo.
Demolición del Gran café y confitería La Giralda. Avenida 18 de Julio entre la calle Andes y la Plaza Independencia. Año 1922. (Foto: 0663FMHB.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Gran café y confitería La Giralda. Avenida 18 de Julio entre la calle Andes y la Plaza Independencia. Reproducción de copia fotográfica. Año 1905. (Foto: 1668FMHB.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo). El Gran Café y Confitería La Giralda abrió sus puertas hacia fines del siglo XIX. Estaba ubicado en la Avenida 18 de Julio entre la calle Andes y la Plaza Independencia, en el predio donde hoy está el Palacio Salvo. El 19 de abril de 1917 el cuarteto Roberto Firpo estrenó allí el tango “La Cumparsita”, compuesto por Gerardo Matos Rodríguez. Fue demolido a principios de la década de 1920 para construir el citado edificio.
Esquina de las calles Sarandí y Treinta y Tres. A la derecha: Café y Bar Japonés. Año 1922. (Foto: 03158FMHGE.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Provisión y Bar La Giralda. Esquina del Bulevar General Artigas y la calle Francisco Canaro. Al fondo: edificio de la Embajada de Israel. Año 1965. (Foto: 12501FMHGE.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo). La Giralda, nombrada como “provisión y bar”, fue fundada en 1943 por los hermanos Alberto y Cándido Fernández Núñez. Fue muy concurrida por el personal de los hospitales y sanatorios cercanos, así como por conjuntos de murga. Se le atribuye el haber vendido el primer cajón de Coca Cola del país. En la actualidad su local ha sido ampliado y modificado sustancialmente.
Café Británico. A la izquierda: Palacio Estévez. Plaza Independencia. Década de 1930 (aprox.). (Foto: 13185FMHGE.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo). El Café Británico se ubicaba en la Pasiva N° 728/370, frente a la Plaza Independencia, donde hoy está la Torre Ejecutiva. Fue inaugurado el 29 de octubre de 1896 por los hermanos Rosario y Jenaro Tramontano. Constituyó un punto de encuentro de socialistas, escritores, periodistas, ajedrecistas y simples noctámbulos. En 1941 fue adquirido por Félix Croccia Oliva, un emigrante italiano que comenzó como lustrabotas en las inmediaciones del café. En 1955 fue demolido y Félix Croccia Oliva se trasladó al otro extremo de la plaza para instalar el café Antequera, también desaparecido.
Sin datos. Fotógrafos municipales. (Foto: 13195FMHGE.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Jean Pierre Cousté. Almacén Cavalieri. Década de 1920. (Foto: 411FPMC.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales - Donación: familia Cousté / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Bar del Hotel Miramar. Año 1937. (Foto: 1038FMHA.CDF.IMO.UY - Autoría: Fotógrafos municipales / Centro de Fotografía – Intendencia de Montevideo).
Fecha: 
24/10/2025
Descripcion: 

“[...] en el café La Forza del Destino, sentía un gran bienestar. Pero no creo que solo se debiera al tiempo libre, sino a que encontré una manera de apoyar un pie en un escalón que hay al costado de mi silla. Eso me da un placer físico desacostumbrado y me predispone a tolerar las personas, el lugar, la calle y las casas con su fealdad tan variada”. 

Felisberto Hernández, citado en Alejandro Michelena, Cafés de Montevideo (Montevideo: Arca, 1994), 90.

“Durante el siglo XVIII, en pleno auge de la Ilustración, surgieron en Europa espacios de acceso público en donde, además de servirse café y chocolate importados, se comenzaba a instaurar una nueva práctica social que fue ‘transformando en costumbre cotidiana el encontrase en torno a una pequeña mesa, cambiar ideas y poner en cuestión todas las cosas.” 

Nery González, citado en Mario Delgado Aparain, Bares y cafés en la memoria de la ciudad (Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2005), 8. 

Hacia finales del mismo siglo se instalaron los primeros cafés en tierras rioplatenses. Diferente a la taberna o al mesón, desde sus inicios trascendieron su categoría de comercio para constituir un ámbito de sociabilidad, preferentemente masculino, en donde tenían lugar el billar, la timba, el canto, la filosofía, la literatura y la política.

Algunos de los primeros mostradores montevideanos —en su mayoría ubicados en el entorno de la Ciudad Vieja— llevaron nombres como Almacén del Hacha, Café del Comercio,  Café de la Alianza, El Oriental o del Tuerto Adrián. En ellos se realizaban eventos de diversa índole, desde tertulias, peñas y reuniones, hasta la primera lotería en 1837.

Más adelante, la Guerra Grande (1839-1851) favoreció la aparición de nuevos cafés, al tiempo que entre la población se perfilaba, por un lado, una vertiente culta y afrancesada y, por otro, una popular, más vinculada al barrio y al suburbio. Así surgieron los boliches, herederos de la vieja pulpería o almacenes de “ramos generales” de la campaña, donde también se despachaban bebidas. A finales del siglo XIX algunos de los cafés más emblemáticos fueron el Polo Bamba (uno de los primeros cafés literarios de Montevideo), el Tupí Nambá y el Británico (ambos emplazados en el entorno de la Plaza Independencia) y el Gran Sportman.

En las primeras décadas del siglo XX, en concordancia con la paulatina afirmación del estado democrático, la mejora en la enseñanza y de las clases medias, así como con la llegada de una fuerte corriente migratoria, surgió el popular café y bar que se integró a los nuevos espacios de convivencia democrática del país.

En la década de 1940 el perfil de los cafés se transformó para pasar a ser puntos de encuentro más anónimos. Junto con las caminatas por la Avenida 18 de Julio y el furor del cine surgieron los bares de tipo “americano”. Los jóvenes comenzaron a asistir a cafés como el Metro, Libertad, Ateneo o el Montevideo. Presentes en la literatura y el arte, se asomaban los primeros esbozos de mitificación y añoranza en torno a la tertulia del café de los tiempos anteriores, como metáfora de un modo de ser existencial de los uruguayos.

Si bien en ese entonces surgieron en muchas esquinas céntricas pequeños y medianos cafés, fueron sus últimos momentos de esplendor. Por el contrario, los boliches (de la grapa con limón o caña y del gallego atendiendo el mostrador) comenzaron a proliferar en la ciudad. En los años cincuenta, en el contexto de un Uruguay próspero, surgieron importantes cadenas de comercios de este ramo. Algunas de las más destacadas fueron las del café Sorocabana, las de los Torrado y las de los Tasende.

En los años siguientes las discusiones de tono literario o artístico suscitadas en bares y cafés tendieron a ser suplantadas por el tema político. Sin embargo la tertulia cultural continuó existiendo en plena década del sesenta, e incluso logró trascender las prohibiciones del período dictatorial de los años setenta hasta mediados del ochenta.

Por ese entonces, como resultado de las nuevas corrientes modernizadoras que adquirían vigor en la ciudad, la arquitectura de estos comercios comenzó a ser sensiblemente afectada. Muchos desaparecieron o fueron reformados de acuerdo a pautas que privilegiaban lo funcional o respondían a estereotipos del extranjero, sin conservar en muchos casos su estilo original.

 

 

Bibliografía: 

Barrios Pintos, Aníbal. Pulperías y cafés: instituciones sustanciales del vivir oriental. Montevideo: Editorial Acción, 1973. 

Delgado Aparain, Mario. Bares y cafés en la memoria de la ciudad. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 2005. 

Michelena, Alejandro. Cafés de Montevideo. Montevideo: Arca, 1994.

Otero Bosque, Romeo. Ciudad Vieja, barrio del alma. Crónicas y evocaciones del primer barrio. Montevideo: El Hacha, 2001. 

 

Investigación y textos:

Alexandra Nóvoa (año 2006, actualización en 2019).

Gonzalo Silva Silveira (actualización en 2025).

*Agradecemos la colaboración del Arq. Leonardo Gómez y del escritor Alejandro Michelena.
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