Descripcion:
El 6 de enero de 1935 se colocó la piedra fundamental del Palacio Municipal, en una sencilla ceremonia amenizada por la Banda Montevideo. El acto contó con la presencia del intendente Alberto Dagnino y de otros jerarcas comunales, entre quienes se destacaba el arquitecto Eugenio Baroffio, encargado del Departamento de Obras de la Intendencia Municipal. De esta forma se ponía en marcha la concreción de un viejo anhelo de los montevideanos, ya que la erección del edificio que alberga al gobierno de la ciudad estuvo marcada por las demoras y los contratiempos.
El predio, delimitado por la actual Avenida 18 de Julio y por las calles Ejido, Santiago de Chile y Soriano, albergó el Cementerio Británico entre 1837 y 1887, cuando fue trasladado a su ubicación actual. En ese año el arquitecto francés Norbert Maillart presentó un plan de desarrollo para Montevideo que incluía, entre otras obras, la construcción de un palacio que albergara a los tres poderes del Estado.
Más allá de esta obra puntual, la iniciativa tendía a ser un hito más en el proceso de la construcción de una nueva ciudad - capital mediante la erección de monumentos representativos del Estado y de sus ideales. La iniciativa fue aceptada y se eligió el predio del viejo cementerio para ubicar allí el palacio de los “Altos poderes del Estado”.
Luego de terminados los necesarios trabajos de acondicionamiento, y mientras no comenzaba la obra, el espacio sirvió para múltiples fines, militares, comerciales y de entretenimiento, entre otros.
Mediante la ley nro. 2038 de enero de 1889, el proyecto fue modificado y se resolvió sustituir el Palacio de los Altos Poderes por tres edificios, uno para cada poder estatal. El correspondiente al Poder Ejecutivo habría de construirse en el terreno de la antigua necrópolis, no obstante en julio de 1911 fue aprobada la ley nro. 3737 que ordenaba la suspensión de las obras de la construcción del Palacio de Gobierno.
Con el paso de los años, y con el crecimiento de Montevideo, se hizo evidente que se necesitaba de un espacio físico en el que se pudiese centralizar los espacios del gobierno de la ciudad.
La nueva Constitución de la República, que comenzó a regir en 1919, estableció que los gobiernos departamentales estarían integrados por dos órganos: el Consejo de Administración y la Asamblea Representativa. Esta inédita autonomía fue fundamental para la concreción del ansiado Palacio Municipal.
En 1923 se llamó a un concurso internacional para la construcción del Palacio Municipal. Empero, ninguno de los noventa y cuatro proyectos presentados satisfizo al jurado, por lo que el primer premio fue declarado desierto.
Finalmente, en 1929 se convocó a un nuevo concurso ―en este caso de dos grados, idea y desarrollo― en el que el arquitecto uruguayo Mauricio Cravotto obtuvo el primer premio. Tal como lo exigían las bases, el edificio proyectado constaba de una parte destinada a “ceremonial y fiestas” y otra a las oficinas administrativas. En consecuencia, la obra se planeó en dos etapas. En primera instancia se construyó el cuerpo central, en forma de torre, que debía albergar la mayor parte de las oficinas, mientras que en una segunda etapa se construirían las alas laterales, el atrio, la explanada y los estacionamientos.
El proyecto original contemplaba una torre de 114 metros de altura que fue reducida en 1940, por el intendente Horacio Acosta y Lara, a 77, 65 metros.
El edificio fue habilitado el 7 de abril de 1941. Un año después se construyó la explanada, el puente que la une con la torre y el garaje subterráneo. Entre 1944 y 1946 se construyeron las alas laterales y en 1948 se inició la construcción del atrio.
En las décadas de 1970 y 1980 se llevaron a cabo múltiples mejoras en el edificio, como la terminación del atrio y del pasaje sobre la calle San José, la Sala de Congresos y Conferencias, el revestimiento de la torre y la inauguración del “Complejo Panorámico”, entre otras.
La estatua El David, que actualmente custodia la explanada, fue trasladada hacia ese lugar en abril de 1958. Desde el año 2011, aproximadamente, se ha vuelto tradición que miles de aficionados se reúnan en la explanada para ver y compartir partidos trascendentales de la celeste, convirtiendo así al Palacio Municipal en un punto de encuentro de la población montevideana.
Investigación y texto
Gonzalo Silva Silveira (actualización en 2025).
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