Bares y almacenes
“(…) en el café La Forza del Destino, sentía un gran bienestar. Pero no creo que solo se debiera al tiempo libre, sino a que encontré una manera de apoyar un pie en un escalón que hay al costado de mi silla. Eso me da un placer físico desacostumbrado y me predispone a tolerar las personas, el lugar, la calle y las casas con su fealdad tan variada”. Felisberto Hernández (Michelena, p.90).
Durante el siglo XVIII, en pleno auge de la Ilustración, surgieron en Europa espacios de acceso público en donde, además de servirse café y chocolate importados, se comenzaba a instaurar una nueva práctica social que fue “transformando en costumbre cotidiana el encontrase en torno a una pequeña mesa, cambiar ideas y poner en cuestión todas las cosas (...)” (Nery González en Delgado Aparaín, p. 8).
Hacia finales del mismo siglo se instalaron los primeros cafés en tierras rioplatenses. Diferente a la taberna o al mesón, desde sus inicios trascendieron su categoría de comercio para constituir un ámbito de sociabilidad, preferentemente masculino, en donde tenían lugar el billar, la timba, el canto, la filosofía, la literatura y la política.
Algunos de los primeros mostradores montevideanos -en su mayoría ubicados en el entorno de la Ciudad Vieja- llevaron nombres como Almacén del Hacha, Café del Comercio, Café de la Alianza, El Oriental o del Tuerto Adrián. En ellos se realizaban eventos de diversa índole, desde tertulias, peñas y reuniones, hasta la primera lotería en 1837.
Más adelante la Guerra Grande (1839-1851) favoreció la aparición de nuevos cafés, al tiempo que entre la población se perfilaba, por un lado, una vertiente culta y afrancesada y por otro una popular, más vinculada al barrio y al suburbio. Así surgieron los boliches, herederos de la vieja pulpería o almacenes de “ramos generales” de la campaña, donde también se despachaban bebidas. A finales del siglo XIX algunos de los cafés más emblemáticos fueron el Polo Bamba (uno de los primeros cafés literarios de Montevideo), el Tupí Nambá y el Británico (ambos emplazados en el entorno de la Plaza Independencia) y el Gran Sportman.
En las primeras décadas del siglo XX, en concordancia con la paulatina afirmación del Estado democrático, la mejora en la enseñanza y de las clases medias, así como con la llegada de una fuerte corriente migratoria, surgió el popular café y bar que se integró a los nuevos espacios de convivencia democrática del país.
En la década de 1940 el perfil de los cafés se transformó para pasar a ser puntos de encuentro más anónimos. Junto con las caminatas por la Avenida 18 de Julio y el furor del cine surgieron los bares de tipo "americano". Los jóvenes comenzaron a asistir a cafés como el Metro, Libertad, Ateneo o el Montevideo. Presentes en la literatura y el arte, se asomaban los primeros esbozos de mitificación y añoranza en torno a la tertulia del café de los tiempos anteriores, como metáfora de un modo de ser existencial de los uruguayos.
Si bien en ese entonces surgieron en muchas esquinas céntricas pequeños y medianos cafés, fueron sus últimos momentos de esplendor. Por el contrario, los boliches (de la grapa con limón o caña y del gallego atendiendo el mostrador) comenzaron a proliferar en la ciudad. En los años cincuenta, en el contexto de un Uruguay próspero, surgieron importantes cadenas de comercios de este ramo. Algunas de las más destacadas fueron las del café Sorocabana, las de los Torrado y las de los Tasende.
En los años siguientes las discusiones de tono literario o artístico suscitadas en bares y cafés tendieron a ser suplantadas por el tema político. Sin embargo la tertulia cultural continuó existiendo en plena década del sesenta, e incluso logró trascender las prohibiciones del período dictatorial de los años setenta hasta mediados del ochenta.
Por ese entonces, como resultado de las nuevas corrientes modernizadoras que adquirían vigor en la ciudad, la arquitectura de estos comercios comenzó a ser sensiblemente afectada. Muchos desaparecieron o fueron reformados de acuerdo a pautas que privilegiaban lo funcional o respondían a estereotipos del extranjero, sin conservar en muchos casos su estilo original.
Bibliografía: BARRIOS PINTOS, Aníbal, "Pulperías y cafés", en Acción, Montevideo, junio de 1973; OTERO BOSQUE, Romeo, Ciudad Vieja, barrio del alma. Crónicas y evocaciones del primer barrio, El Hacha, Montevideo, 2001; DELGADO APARAIN, Mario, Bares y cafés en la memoria de la ciudad, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2005; MICHELENA, Alejandro, Cafés de Montevideo, Arca, Montevideo, 1994.
*Agradecemos la colaboración del Arq. Leonardo Gómez y del escritor Alejandro Michelena.
Investigación Histórica: Alexandra Nóvoa. (Año 2006 - Actualización en 2019).
Fotografías del CdF
Montevideo histórico
Montevideo histórico es un conjunto de trabajos de investigación a partir de fotografías históricas, los cuales permiten un primer acercamiento al Fondo Histórico del acervo del Centro de Fotografía.