Carbonera y apasionada del fútbol. Trabaja en una librería de Tristán Narvaja y vive sola con sus tres perros en Barrio Sur. Aún no ha logrado volver al estadio desde su cambio de género, hace ya siete años. Sin embargo, no ha dejado de sentir la misma pasión que siente desde el día uno. Para ella, Peñarol es mucho más que un cuadro. Es una especie de abrazo cálido que siempre va a estar.