Tiene 58 años y desde los cuatro está en ese local de la avenida Santa Fe, frente a la cancha de Los Andes. A mediados de los 60 ese local era de la pizzería de sus padres, donde se hacían las previas de los partidos. Hace 26 años se transformó en el kiosco de Mari y la mística aún perdura. Son muchas las generaciones lomenses que han pasado por ahí a lo largo de 54 años.