“Tengo ochenta y siete años, nací acá y me quedé. Mi padre era José Manuel Lartigau que tuvo panadería en Nuevo París, en la calle Santa Lucía, la panadería La Republicana. Eran tres socios y mi padre vendió la parte de él y puso almacén acá, en el año 1922, el primero de febrero del año 22. Mi padre falleció cuando yo tenía seis años, pero mi madre siguió trabajando en el almacén. Quedó viuda a los 26 años con cuatro hijos y dos hermanas solteras, pero siguió trabajando.

El almacén era de ramos generales y tenía el nombre de Almacén del Puerto, pero le decían Almacén de la Viuda.

Abastecía a los de la estancia de Supervielle, el del Banco francés, a todos los gauchos y al arenero de la carretera, que en aquella época como no había puente acarreaba arena en un aerocarríl, para un depósito que estaba detrás de los mataderos. Mi madre tuvo hasta 80 libretas, porque todos en la carretera eran clientes de mi casa, en la época en que se empezó a hacer la carretera y el puente por el año 1924. El puente estuvo terminado en 1924 y se inauguró en enero del año siguiente.

Cuando dejé de estudiar yo tenía diecinueve años, empecé de once y estudié ocho años y seguí en el almacén con mi hermano. En esa época íbamos al Paso Molino en diligencia o sino en el tranvía de la Barra.

El tranvía paraba enfrente a casa. Podía tomar el ómnibus también, pero como era chica no me dejaban. Y los del tranvía ya me conocían, porque cuando iba a clase había un conductor español que era Rodríguez, que paraba el tranvía, tocaba pito porque iba a salir ¿no?. Yo viajaba todos los días a las siete y cuarto, entonces el conductor le decía a mi madre: Doña

María ¿la niñita no va hoy?, ¡¡Si Rodríguez, si!! Me había llamado pero yo me quedaba otro poquito así que él me esperaba todavía para ir.”

Entrevista / 12 de febrero de 2005