Tango revelado II

Tango revelado II

S.d. S.f. (Foto: Colección Carlos Aguiar. Autor: S.d)
De derecha a izquierda el primero es Eduardo Arolas, la segunda es Juana Ramírez, y el sexto Alfonso Fogaza. Pensión de Juana Ramírez. Calle Florida entre San José y Soriano. Año 1918 (aprox.). (Foto: Archivo personal Nelson Domínguez. Autor: S.d.) La de Juana Ramírez, “La maragata”, era una de las pensiones más importantes de Montevideo, donde el tango -y afines- estaba instalado puertas adentro. Eduardo Arolas fue uno de los compositores argentinos más destacados de la historia del tango. Su creatividad fue sobresaliente, pero su vida privada estuvo marcada por episodios trágicos. En 1916 se radicó en Montevideo actuando en el Parque Hotel, bares y cabarets, formación en la cual participó también el violinista Julio De Caro. De esa época son algunos de sus famosos tangos, como “La Cachila”. Murió en Paris a la edad de 32 años, en 1924. Su obra es extensa. Fue autor de “Lágrimas”, “Comme il faut”, “Derecho viejo” y “Maipo”, entre muchas. Y al guitarrista uruguayo Mario Pardo, le dedicó “La guitarrita”.
Café La Giralda. Avenida 18 de Julio, entre calle Andes y Plaza Independencia. Año 1917. (Foto: Museo y Centro de documentación AGADU. Autor: S.d). Roberto Firpo sentado al piano. En esa temporada de 1917 el músico argentino (una de las figuras más importantes del tango del momento) estrenó el tango de Matos Rodríguez “La Cumparsita”.
Minotti Di Cicco. (Foto: Museo y Centro de documentación AGADU. Autor: S.d) Minotti Di Cicco, Minotto, fue uno de los músicos de tango más importantes de la historia de Uruguay. En 1915 formó un trío con Alberto Alonso (piano) y Luciano Arturaola (violín) debutando en el bar Trianón. En 1917 formó la orquesta Alonso-Minotto (grabaron veinte temas en el sello Víctor en Buenos Aires). En 1918 comenzó a actuar con Francisco Canaro en Buenos Aires. En 1921 formó el conjunto típico Orquesta Minotto en Montevideo. Y desde 1923 se radicó en Buenos Aires, donde volvió a las filas de Francisco Canaro, con quien continuó actuando intermitentemente durante varios años. Como ejecutante tuvo mucho prestigio entre sus colegas, por su calidad técnica y velocidad de digitación. Ernesto “El Negro” de La Cruz, que fue su alumno, le dedicó el tango “El ciruja”.
Pedro Laurenz en Montevideo. Año 1920. (Foto: Colección Eugenio Luciani. Autor: S.d) Fhhue uno de los más grandes bandoneonistas, directores, y compositores del tango. A la edad de quince años se radicó en Montevideo y comenzó sus estudios de bandoneón con sus hermanos Eustaquio y Félix Laurenz. Alternó con importantes músicos como Edgardo Donato, Roberto Zerillo, y Eduardo Arolas. En 1920 regresó a Buenos Aires y cinco años más tarde ingresó a la orquesta de Julio De Caro. En 1934 formó su propia orquesta, donde incluyó repertorio de Alberto Mastra y contó en la fila de bandoneones con Rolando Gavioli (ambos uruguayos). Es el autor de “Mala junta”, “Orgullo criollo”, “Amurado”, “Berretín”, “Milonga de mis amores”, “De puro guapo” y “Como dos extraños”, entre otros, donde demuestra una destreza asombrosa para las “variaciones” de bandoneón. Resulta interesante cómo Pedro Laurenz atravesó generaciones e integró el Quinteto Real de Horacio Salgán en los años sesenta.
De izquierda a derecha Angel Curotto, José Pedro Blixen y Carlos César Lenzi. Avenida 18 de Julio. Año 1926. (Foto: Museo y Centro de documentación AGADU. Autor: S.d). Ángel Curotto fue crítico y estudioso del teatro nacional rioplatense; José Pedro “Bebón” Blixen fue crítico teatral y Carlos Cesar Lenzi fue autor teatral, con más de cincuenta obras escritas desde 1918. “A media luz” fue estrenado por la cancionista chilena Lucy Clory en la obra “Su majestad la revista” en Montevideo. Al igual que Blixen, Lenzi fue amigo personal de Carlos Gardel, con quien compartió momentos en Francia. Fue también autor de “En voz baja” con Adolfo Mondino, “Adiós arrabal” con Juan Baüer, “¡Araca París!” con Ramón Collazo y “Noches de Montmartre” con Manuel Pizzarro, entre otros”.
Orquesta del Café Avenida. De izquierda a derecha Miguel Capotillo (violín), Juan Spera (bandoneón), Luis Rolero (piano), José Turturiello (bandoneón), Roberto Lurati (violín), Antonio Bancalá (contrabajo), Héctor María Artola (bandoneón) y Roberto Zerrillo (violín). Avenida 18 de julio y calle Río Branco. Año 1925. (Foto: Museo y Centro de documentación AGADU. Autor: S.d) En pleno centro de la ciudad el Café Avenida fue uno de los lugares más importantes para las orquestas de tango en la década de 1920. Esta fotografía reúne curiosamente a cinco músicos que tendrían una importante trayectoria como directores de orquesta. Algunos estaban empezando, como Capotillo, Lurati y Artola. Spera ya había integrado otros conjuntos. Y Zerrillo era el más experimentado de los cinco, ya que había actuado junto a Arolas y Warren en Montevideo e integrado la orquesta de Osvaldo Fresedo en la temporada de Mar del Plata de 1921-22. Cabe destacar la presencia del “Quico” Artola, quien fue uno de los músicos uruguayos más prestigiosos de la historia del tango. Oriundo de San José, en 1921 se radicó en Montevideo, tocando con Carlos Warren, Juan Bauer y Donato Zerrillo, entre otros. En 1927 viajó a Europa y trabajó con la orquesta Bianco-Bachicha y el trío Irusta-Fugazot-Demare. En Buenos Aires desarrolló una importante carrera como director y arreglador vinculado a los hermanos Canaro y Libertad Lamarque, entre tantos. A partir de 1949 se consagró como director orquestal de radio El Mundo y radio Belgrano. Junto a Argentino Galván fue pionero de los arreglos en la “década de oro”, orquestando para las típicas de Aníbal Troilo y Osvaldo Fresedo, entre muchas. Como autor podemos destacar “Desconsuelo” y “Equipaje” con Carlos Bahr y “En un rincón” con Homero Manzi.
Ramón Collazo. Año 1933. (Foto: Museo y Centro de documentación AGADU. Autor: S.d) Ramón Collazo, “El Loro”, es uno de los grandes artistas populares de Uruguay. Su figura está asociada al carnaval, pero también hay que vincularla al tango. Resulta claro que tango y carnaval a comienzos de los años veinte eran inseparables. En 1923 integró la famosa Troupe Estudiantil Ateniense junto a su hermano Juan Antonio, Alberto Vila, Víctor Soliño y Roberto Fontaina (director). También tuvo orquesta típica formada especialmente para grabar en Buenos Aires seis temas para el sello Odeón. Como compositor se destacan “Bolita”, “¡Araca París!”, con letra de Carlos César Lenzi, “Mama yo quiero un novio” con Roberto Fontaina, “Agua florida” con Fernán Silva Valdés y también “Pato”, el tango que popularizara Carlos Gardel dedicado en la fotografía al humorista Marco Aurelio Bianchi, Colelo, integrante de la primera época de la Troupe Ateniense. Ramón Collazo nació en el Barrio Sur. Su ambiente fue el del “bajo montevideano”, creció escuchando tangos y candombes.
De izquierda a derecha Francisco Maschio, Irineo Leguisamo y Carlos Gardel en el chalet “Villa Yeruá”, durante el cumpleaños de Maschio. Año 1933. (Foto: Colección Carlos Aguiar. Autor: S.d) La razón que lo llevó a Gardel a comprar terrenos cercanos a la playa La Mulata y construir su casa, en la actual calle Pablo Podestá, se debió a que frecuentaba el chalet de veraneo Villa Yerúa, propiedad de Francisco Maschio, “El brujo de Olleros”, en la Rambla Bernardo O ́Higgins y la calle Rimac (Malvín). También era frecuente el “vareo” de caballos en la playa Malvín. Maschio (argentino), tuvo dos studs, uno en Buenos Aires, y otro en Montevideo. En 1921 en el hipódromo de Maroñas (a través de Maschio) Gardel conoció al salteño Irineo Leguisamo. Gardel le confió a Maschio el cuidado de su máxima pasión después del canto, sus “pingos”. Por esa razón no es casualidad que uno de los mejores amigos de Gardel fuera Leguisamo, el más famoso jockey de todos los tiempos. Como dato curioso, al final de la segunda grabación del tango “Leguisamo solo”, Gardel dice: “Bueno, viejo Francisco, decile al ‘Pulpo’ [Leguisamo], que a ‘Lunático’ [el caballo más famoso de Gardel], lo voy a retirar a cuarteles de invierno... ya se ha ganado sus garbancitos... Y la barra... completamente agradecida. Sentí la barra”. Y se escucha el coro de los guitarristas: “Muy bien”. Y Gardel remata: “Salute”.
Mercedes Simone (al centro de izquierda a derecha es la cuarta), en SADREP. Año 1938. (Foto: Colección Eugenio Luciani. Autor: S.d). Mercedes Simone fue, quizás, la cancionista que más influyó en las generaciones futuras. Su apogeo fue en las décadas de 1930 y 1940. Ocupó lo más alto dentro del gusto popular en ambas márgenes del Plata. En 1938 visitó los estudios de SADREP (CX 16, radio Carve y CX 24, “La voz del aire”).
De derecha a izquierda Rodolfo Biagi, Juan D’Arienzo y Pintín Castellanos. Confitería de radio Carve. Año 1936. (Foto: Museo y Centro de documentación AGADU. Autor: S.d) “La Puñalada” fue estrenada en el café Tupi-Nambá (nuevo), de 18 de Julio y Río Branco en 1936, y la llevaron al disco en 1937 con gran éxito. Pintín fue autor de muchas otras milongas y candombes. Juan D’Arienzo le grabó las milongas “A puño limpio”, “Barrio de guapos”, “La endiablada”, “Me gusta bailar milonga”, “Meta fierro”, “Tirando a matar”, “Peringundín”, “El potro” y “El temblor”.
Orquesta Carlos Warren en ensayo de su típica. De derecha a izquierda Carlos Güemes (cantor) y Carlos Warren, atrás el primero es Héctor Fabregat (violinista) y el quinto Pedro Casella. Abajo a la izquierda Luis Caruso “Carusito” (bandoneón). Sociedad de Músicos. S.f. (Foto: Colección Eugenio Luciani. Autor: S.d). Carlos Güemes (argentino), fue contratado por Warren en noviembre de 1938 para la temporada de radio El Espectador y Hotel Miramar.
Conjunto de Mario Colucci. (Foto: Archivo personal Gladys Colucci. Autor: S.d) Mario Colucci fue pianista, director de orquesta y compositor. En alguna oportunidad contó con los arreglos del músico argentino Julián Plaza. Su orquesta fue una de las que mejor sonido logró en el medio local. Es autor de los tangos “Muy de los muchachos”, “Pulso” y “Bien tanguero”, entre otros.
Orquesta de Francisco Canaro en SADREP. De izquierda a derecha el primero es Eduardo Adrián, el tercero Carlos Roldán, el cuarto Mariano Mores, el quinto Francisco Canaro. Abajo, de izquierda a derecha, el segundo es Minotto Di Cicco y el tercero Ernesto De Franco. Año 1942 (aprox). (Foto: Colección Carlos Aguiar. Autor: S.d). En el año 1941 se produjo el alejamiento de los cantores Ernesto Famá y Francisco Amor de la orquesta típica de Francisco Canaro. Para remplazarlos, Canaro contrató a Carlos Roldán y organizó un concurso en radio Belgrano, para incorporar una nueva voz. El certamen lo ganó Eduardo Adrián, que años más tarde se radicó por un tiempo en Montevideo. De la misma forma como se paraba ante la cámara, Francisco Canaro imponía gran respeto como músico y como empresario.
Julio Sosa en fonoplatea de radio Carve. Año 1962 (aprox.). (Foto: Archivo Héctor Devia. Autor: Héctor Devia). Julio Sosa (1926-1964). Nacido en Las Piedras, Canelones, fue uno de los cantantes más importantes a partir de la década de 1950. Por su inigualable voz, fraseo e interpretación, fue conocido como “El varón del tango”. La fonoplatea fue un fenómeno popular promovido por las radios entre 1940 y 1970. El tango encontró un marco ideal para su difusión en las fonoplateas de Montevideo y Buenos Aires.
Orquesta Ricardo Tanturi. Hotel Miramar. Año 1939. (Foto:937FMHA.CMDF.IMM.UY-Autor: S.d/IM) La de Tanturi fue una de las orquestas más representativas de la época de oro del tango. Denominada “Los Indios”, tuvo gran éxito con Alberto Castillo a partir de 1939 y con el uruguayo Enrique Campos desde 1943.
Osmar Maderna (piano) y su orquesta. De derecha a izquierda, adelante, el segundo es Leopoldo Federico. Estudio del sello SONDOR. Año 1946. (Foto: Colección Carlos Aguiar. Autor: S.d) En el Café Ateneo actuaron figuras como la orquesta de Osvaldo Pugliese, Francisco Fiorentino con la orquesta de Astor Piazzolla, la orquesta de Carlos Marcucci, y Luis Caruso Carusito, entre otras. Ubicado en el primer piso, arriba del viejo Ateneo en la Plaza Libertad, se encontraba el estudio del sello SONDOR (al lado de radio Águila, CX32). El pianista Osmar Maderna y su orquesta grabaron cuatro temas en medio de sus actuaciones en el Café Ateneo, cuando aún no había llegado al disco en Buenos Aires. En esta ocasión debutó como primer bandoneón Leopoldo Federico, una combinación de buen gusto musical y estilístico dentro del tango.
Orquesta Puglia Pedroza. Abajo José Puglia (piano), arriba, de izquierda a derecha el primero es Edgardo Pedroza (director), el segundo Reynaldo Roselló, el quinto Carlos Aguete, el octavo Moisés Lasca, el décimo Pedro Severino, el onceavo Domingo Puglia, atrás, de izquierda a derecha, Oscar Nelson y Luis Alberto Fleitas (cantantes). Año 1952 (aprox.). (Foto: Archivo personal Oscar Nelson. Autor: Alfredo Testoni). La orquesta Puglia-Pedroza fue una de las más importantes de Uruguay, no solo por su permanencia a través del tiempo, sino por la calidad de sus arreglos, sus músicos y sus voces. Edgardo Pedroza se impuso en el conjunto, con un estilo refinado que podría definirse como “troileano-vanguardista”. Cabe destacar que en esta orquesta también grabaron los cantores argentinos Julio Martel (tango “Nacional”, dedicado al Club Nacional de Fútbol) y Francisco Fiorentino, quien realizó las últimas grabaciones de su carrera para el sello SONDOR en 1951.
Nicolás Agapios quinteto. De izquierda a derecha Miguel Villasboas (piano), Nilda Vilches (cancionista), Nicolás Agapios, Omar Pagliari y Gregorio Del Puerto Morris. Fonoplatea Montecarlo. Año 1956. (Foto: Archivo personal Esteban Toth. Autor: S.d) Nicolás Agapios nació en los primero años del siglo XX, y como casi todos los músicos de tango de Uruguay comenzó de adolescente en la orquesta típica de Carlos Warren. En 1930 integró la primera formación de la orquesta de Héctor Gentile, desvinculándose rápidamente para formar su propio conjunto. Posteriormente formó su Quinteto bravo del 900 con gran popularidad en los bailes de la capital e interior del país.
Orquesta de Walter Méndez. Arriba, de izquierda a derecha, Washington Cugñasco (piano) “Coco”, “Checha” (violín), Washington “Tola” Acosta y Hexequiel Lagos (tamboriles), y dos amigos de la orquesta, abajo Martires Aguiar, Walter Méndez (bandoneones) y Hugo Zubiria (contrabajo). (Foto: Archivo personal familia Walter Méndez. Autor: José María Silva). Walter Méndez se presentó con su orquesta en el estudio de grabación de SONDOR para dejar registrado el tango de su autoría “Tu que sabes de amor”, a mediados de la década de 1950. El problema fue que no sabían qué poner del otro lado del disco (78 RPM) por lo que se les ocurrió grabar también “La marcha de las serpentinas”. Los gastos los pagaron entre todos los músicos. Nunca imaginaron que gracias a esa marcha iban a obtener el primer disco de oro de la historia de Uruguay por el éxito de ventas. La orquesta de Walter Méndez junto a la orquesta Don Horacio fueron muy populares en los bailes montevideanos, sobre todo entre las colectividades españolas y fundamentalmente en el interior del país, con tangos, pasos dobles, polcas, valses, fox-trots, milongas y candombes. En la fotografía, de los músicos que grabaron la marcha faltan “Los marinos cantores” (coro) y la cancionista Marisa Cortés.
De izquierda a derecha Félix Romero, Donato Racciatti, Olga Delgrossi y Víctor Ruiz. Año 1960 (aprox.). (Foto: Archivo personal Olga Delgrosi. Autor: S.d). Donato Racciatti integró la orquesta Laurenz-Casella desde 1940 a 1945. En el período 1946-48, dirigió una agrupación de acompañamiento al cantor Luis Alberto Fleitas. A partir de 1948 formó su propia orquesta, la cual mantuvo por cincuenta años.
Orquesta Típica de Oldimar Cáceres. Fonoplatea de radio Carve, en programa “Bajo las luces de Kolynos”. Palacio Díaz. Año 1958 (aprox.). (Foto: Archivo personal Héctor Baron. Autor: S.d) De izquierda para derecha Roberto Dionigi (piano), José Budano (bandoneón), Néstor Casco (contrabajo), Oldimar “Pocho” Cáceres (bandoneón), Luis Altieri (viola), Héctor Barón (bandoneón), Esteban Cracium (violín), Carlos Martín (violín), Rómulo Bosch (bandoneón) y Carlos Magallanes (presentador de la Típica).
Aníbal Troilo en el Club de la Guardia Nueva. Arriba, de izquierda a derecha, Olga y Jorge Seijo, Mario Arroyo, Rodolfo Rodríguez Lourido, “Ja-ja” Martínez, Luis García, Alba Carabel y “La negrita” Expósito. Abajo Nicolás Pepe, Blanquina Califano y Aníbal Troilo. Verano de 1955 (aprox.). (Foto: Archivo Luis García Silva. Autor: S.d) Situado en la mitad del siglo XX, absorbió las corrientes del tango tradicional e innovadoras de los años veinte, logrando una síntesis perfecta. Fue un “escultor de voces”, sabía con suma precisión lo que quería contar en cada tango. En el Club de la Guardia Nueva se sintió admirado y protegido. A ellos dedicó el tango “A la Guardia Nueva”.
Gustavo Noccetti en la Tanguería del ’40. (Foto: Archivo personal Wilfredo Noccetti. Autor: S.d) Gustavo Noccetti comenzó su carrera siendo niño y rápidamente se hizo respetar en el ambiente del tango. Ganó un concurso de tangos en la televisión, lo que le permitió grabar con el trío de César Zagnoli (Zagnoli-Jaurena-Casco) y hacer algunas presentaciones, como se aprecia en esta fotografía. Noccetti compartió escenario en Buenos Aires con los que eran sus referentes: Raúl Lavié, Roberto Goyeneche y Rubén Juárez. Fue respetado y admirado por sus colegas. Integró la Orquesta del tango de la ciudad de Buenos Aires y la Orquesta Filarmónica de Montevideo (espectáculo “Galas de Tango”). Con un línea moderna en la interpretación, estrenó y grabó varias obras nuevas de Raúl Garello y Horacio Ferrer. En Uruguay trabajó junto al bandoneonista Néstor Vaz y su trío.
De izquierda a derecha Astor Piazzolla, Amelita Baltar y Horacio Ferrer en Montevideo. (Foto: Archivo personal Héctor Devia. Autor: Héctor Devia). En 1967 Horacio Ferrer graba los poemas de su librillo “Romancero canyengue”, acompañado por la guitarra de Agustín Carlevaro. Este disco llama la atención de Piazzolla y lo convoca para trabajar juntos. En 1968 el dúo Piazzolla-Ferrer presenta la operita “María de Buenos Aires” con una importante resistencia por parte del público. Con la voz de Amelita Baltar comienzan a estrenar varias de sus obras, hasta que en 1969 aparece “Balada para un loco”, una pieza que resultó un éxito masivo sin precedentes.
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Descripción

Inspirados en el rescate del pasado y como aporte a la mantención de nuestro tango como fenómeno cultural en desarrollo, “Tango Revelado” pretende ser el marco afectivo para la construcción de nuestra identidad futura.
Imágenes cotidianas que comparten como patrón dos formas de expresión artística: el tango y la fotografía. Lugares, personas, costumbres, acontecimientos y obras artísticas que nos identifican como país y como región.
Además de incluir fotografías pertenecientes a instituciones y coleccionistas, en esta oportunidad hemos ampliado la investigación, dando luz a varias imágenes de álbumes familiares privados.
El criterio de la selección del material, fue basado en su valor histórico patrimonial.
La curaduría está a cargo de Regina Chiappara y Martín Borteiro, con la consultoría de Boris Puga.
Estas fotografías, que han superado la barrera del tiempo ya sea por el azar o por el cuidado de quienes las guardaron, están presentadas con la mayor información posible, tratando de cubrir un siglo de tango en Uruguay.

Martín Borteiro & Regina Chiappara.

Consultor histórico: Boris Puga
Colaboración en investigación: Esteban Toth.
Curación, contenidos e investigación: Martín Borteiro y Regina Chiappara.

Agradecimientos:
Carlos Aguiar, Nelson Domínguez, Museo y Centro de Documentación de AGADU, Estela Magnone, Eugenio Luciani, Gladys Colucci, Héctor Devia, Oscar Nelson, Esteban Toth, Noris Méndez, Luis García Silva, María Angélica Expósito y Wilfredo Noccetti.

Fecha

  • Desde el 13/12/2012 hasta el 30/01/2013 en Fotogalería Ciudad Vieja

Autores

  • Martín Borteiro y Regina Chiappara

Datos Técnicos

Impresión: Cuatro Tintas. Fotografías impresas en impresora Mutoh 1614 con tintas ecosolventes sobre vinilo adhesivo Intercoat. 

Convocatorias

El Centro de Fotografía realiza anualmente convocatorias abiertas para editar libros y exponer muestras fotográficas en los diferentes espacios que gestiona, a partir de las propuestas de autores uruguayos y residentes en Latinoamérica. Los trabajos son elegidos por un comité de selección externo al CdF que cambia año a año.

Las bases de todos los llamados puede consultarse en la página de convocatorias.

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