Desafío al Silencio
Graciela Calabrese

En Argentina, hacia 2002, enmarcadas en una crisis socioeconómica y política devastadora, las empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras (ERT) se visibilizaron como un fenómeno esperanzador que instaló una modalidad de resistencia colectiva novedosa y una narrativa verosímil: Ocupar, Resistir, Producir.
Las ERT emergieron sobre las ruinas de anteriores fábricas tradicionales, logrando su objetivo: conservar la fuente de trabajo. Ante la alarmante desocupación, la falta de respuestas del Estado, el fracaso empresarial y la impotencia del sindicalismo clásico, comenzaron a producir cooperativamente, sin patrones. Uno de sus principales referentes, acertadamente, las define como una nueva herramienta de lucha de la clase trabajadora.
Conocí la obra Desafío al Silencio en el I Congreso Trabajo y Pensamiento Crítico (Universidad de los Trabajadores, IMPA). Graciela, en su quehacer reflexivo como fotoperiodista, se interroga sobre qué es lo que hace y para quién.
Antes y ahora sus imágenes están donde son necesarias; en ámbitos que son todavía escenarios de luchas desiguales.

El conjunto de fotografías que conforman la serie Mujeres es un testimonio y una estética de clase que entrelaza la cultura del trabajo con una perspectiva de género. Es la mirada de una mujer decidida a mostrar y hacer oír las voces, el coraje de mujeres trabajadoras que, ante una situación límite, rompieron con lo esperado: el silencio de las máquinas, la resignación al desempleo y la identificación con el ámbito doméstico.
Las fotos de Calabrese muestran mujeres en lucha, tenaces, serias, preocupadas; otras aplaudiendo, festejando en un abrazo infinito; algunas produciendo, junto a sus máquinas, atentas, laboriosas o abstraídas; reunidas, deliberando en el taller, reencontrando palabras, configurando nuevas relaciones, construyendo horizontalidad.
Todas ellas recuperaron lo que antes era propio: el trabajo. Son mujeres protagonistas de un acto indudablemente político, indudablemente heroico. Sin recursos ni experiencia sindical o militante, y sin plan previo, enfrentaron un drama irresoluble para los más expertos. Ellos, los expertos, los poderosos, llegaron después; llegaron tarde.
Son hijas, hermanas, madres, no sólo trabajadoras; son mujeres, se las ve con sus familias.
Sostienen a sus hijos e hijas con ternura. La escena en la maternidad evoca la fantasía de un nuevo nacimiento, argumento configurador de estas nuevas organizaciones resistentes.
La fotógrafa captura momentos que a la vez narran historias individuales y colectivas, transmitiendo con sensibilidad y contundencia el clima de una época. Su atenta observación, durante 5 años, acompaña la trayectoria de diez fábricas recuperadas. Reconstruye experiencias de mujeres que se despliegan en contextos mentales, políticos y culturales, propios de un tiempo en que el mundo conocido, el del trabajo, parecía desaparecer. Para hacerlo vivir, reinventarlo, se plantaron, alzaron sus voces y desafiaron al silencio.

Margarita Robertazzi
Investigadora y Profesora de Psicología Social II,
Facultad de Psicología, UBA
Buenos Aires, 8 de marzo de 2012
 

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