José García Hernández. Iglesia San Francisco. Cerrito y Solís.
Daniel Sosa / CdF
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Contemporánea

 Yo llevó acá desde octubre del 2001. Precisamente llegué para las fiestas de San Francisco. Comparto la vida con una comunidad cristiana que vivimos acá encima en la casa parroquial. Lo nuestro no es una orden; somos comunidades eclesiales de base, un movimiento de comunidades cristianas pequeñas.

El cura emblemático que estuvo acá veinte años es Atilio Stefanoli, que fue párroco hasta que se jubiló en el año 92. Es una historia viviente del barrio. Hace dos o tres meses celebró los cincuenta años de cura y naturalmente los celebró acá.

Nosotros nos volcamos más a trabajar con jóvenes, tratando también de promover todo lo que sea el crecimiento comunitario, que no sea asisten-cialismo

sino generación de instancias de comunidad de encuentro, de relación de familias. No queremos ir ni por delante ni por encima de la realidad de las personas, entonces vamos muy de la mano de las condiciones y de las posibilidades y necesidades que las mismas personas van generando, van expresando.

La historia es un poco complicada, en el sentido que no se sabe de donde viene la imagen del Señor de la Paciencia. Es totalmente original. No existe en ningún lugar una imagen igual. No hay explicación. En ningún lugar se encuentra una imagen de un Jesús que va a ser crucificado y que está sentado. Las imágenes más piadosas muestran a un Jesús de rodillas o de pie. Pero lo emblemático, lo más significativo, lo más curioso, y lo que más atrae a la gente es la postura de estar a la escucha. Esta mano dispuesta como la de quien está escuchando, a la vez está con la mirada al

cielo y la boca abierta como quien está hablando. Es decir, él está escuchando y lo que escucha lo dirige al Padre. Por eso tantas personas vienen y se quedan delante de la imagen y tienen la certeza de que están siendo escuchados. Es un Jesús que no tiene prisa, que no tiene donde ir, por eso es “El Señor de la Paciencia de la Humildad”.

La historia de la Cripta dice que desde antes de construirse esta imagen se encontraba en la Casa de los Ejercicios, fundada por una piadosa mujer

argentina. No se sabe cómo llega. Los que entienden un poco de arte colonial dicen que por los rasgos y por la madera puede ser hecha por los Incas en Perú y traída desde allí vía Asunción. Es de una madera muy pesada, un cedro, y está recubierta de yeso y policromada. O tal vez haya sido hecha por los indios guaraníes. Tanto un caso como el otro, sin duda, fue hecha con la influencia de los Jesuitas.

 

Entrevista/ junio de 2004.

 
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