
Mirta, trabajadora sexual desde los veintiún años. Mayo 2013.
“Empecé con 21, hay mujeres que empiezan antes y cuando cumplen los 18 vienen a las whiskerías. Es un trabajo marginado por la sociedad porque sos una puta, hablando vulgarmente, porque no dicen prostitutas, o mujeres de la noche o meretrices, nos dicen putas. La noche te convierte en fría y calculadora. Las malas experiencias te hacen crecer y los golpes... porque tropezás y te caés y te volvés a levantar; mil veces he tenido que caer y mil veces me he tenido que levantar. Los hombres se aprovechan de esa vulnerabilidad que tiene esa mujer para lastimarla, para hacerle daño, para jugar con ella, y se olvidan de que es una mujer que tiene sentimientos, que quiere creer en el amor. Una mujer nunca deja de ser señora, por más que sea una prostituta. Hay gente que lo tiene mal visto, pero yo no soy menos que cualquier mujer. Mi sueño no es nada del otro mundo, es tener una familia. El día que yo vea que mi hija está bien, ese día me voy a morir feliz”.