Desde su creación, el Parque Rodó fue un paseo al que concurrían ciudadanos de todas las clases sociales. Su proximidad a las áreas centrales de la ciudad y la existencia de un medio de transporte relativamente barato como el tranvía facilitaron su consagración como parque popular. Dado que los montevideanos más pudientes preferían ir a El Prado, sus primeros visitantes fueron los obreros, las empleadas del servicio doméstico, los inmigrantes. Sin embargo, la inauguración del Parque Hotel y su ruleta en 1909 atrajo la burguesía al parque. En esa época, éste ya había alcanzado un desarrollo importante, brindando escenarios ideales en los que lucir las mejores vestimentas así como los lujosos carruajes y automóviles.

En la década del diez, el parque devino un paseo muy concurrido, especialmente durante el verano cuando era invadido por multitudes de personas. La llegada del Carnaval era un acontecimiento de gran importancia. Los corsos, verdaderas fiestas populares, atraían grandes cantidades de público. El desfile de carros alegóricos venía por la rambla, pasaba frente al Parque Hotel y recorría las avenidas interiores del paseo. Un enjambre de personas -muchísimas de ellas disfrazadas- participaba a pie o desde diversos vehículos arrojando papelitos y serpentinas.

Alicia Torres/FARQ