Más de las dos terceras partes de los terrenos expropiados en 1912 para el ensanche del Parque Urbano pertenecían a Francisco Piria. Éste había modificado radicalmente el paisaje natural al explotar el promontorio original como cantera de piedra.
En 1922, las canteras fueron excluidas de la concesión municipal al Club de Golf para el usufructo de los terrenos destinados a la ampliación del parque diez años antes. Finalmente, su incorporación al parque se produjo entre 1930 y 1945. En esa época el municipio concretó las obras de ampliación del paseo a lo largo de la franja costera. El efecto natural de las rocas fue aprovechado para construir un escenario agreste, cuyo carácter contrasta de manera contundente con la naturaleza civilizada del sector original del parque. Al pie de las barrancas de piedra descarnada, se construyó un pequeño lago ornamentado con un muelle de rústica apariencia. El cuadro se anima con el agua de una cascada artificial que cae desde lo alto.
Las obras también incluyeron la construcción del puente sobre la Av. Cachón, y del Teatro de Verano Ramón Collazo inaugurado en 1945. A pesar de integrar el Parque Rodó, las canteras no son percibidas como parte del mismo. La continuidad paisajística esbozada en los taludes de césped situados frente a la Facultad de Ingeniería, parece irremediablemente condenada al fracaso debido a la presencia del sector de los juegos mecánicos.
Alicia Torres/FARQ