
El general Máximo Santos fue el segundo presidente del “período militarista”
que se estableció en la segunda mitad del siglo XIX. Conocido como dictador
sangriento, en realidad tuvo que organizar el país a partir de la renuncia del
coronel Lorenzo Latorre y la muerte de José Pedro Varela. Fue una especie
de Napoleón II en Uruguay y nombró a Carlos Escayola como su hombre de
confianza en el norte. Carlos era padrino de bautismo de una de sus hijas y
Máximo padrino de uno de los hijos de Carlos. Se conocieron muy jóvenes en
el Sitio de Paysandú y siguieron escalando posiciones en el Partido Colorado, el
partido de gobierno. Cuando Santos iba a Tacuarembó era recibido por su jefe
político en el burdel La Rosada, el lugar más elegante del pueblo.
Es curioso ver cómo estos hombres tuvieron a cargo crear un país independiente,
sus instituciones, su organización republicana, y fueron exitosos siendo jóvenes,
más allá de las guerras civiles que estaban a la orden del día. Además eran
melómanos y verdaderos dandys de la época; construyeron palacios con materiales
traídos de Europa.
La fotografía pertenece al Archivo Nacional de la Imagen del Sodre, Montevideo.