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“Lo que es muy chico todos se conocen y es difícil moverse, tenés que buscar hacia afuera. Lo bueno de la Barra es que es tranquilo, pero te molesta tener que andar tomando ómnibus para todo. Anteriormente, como dice la gente mayor, esto era un pueblo, ahora es como un centro turístico, que viene gente del centro los domingos, la fiesta del río y las vacaciones de verano.
Apenas terminamos la escuela ya estás pensando en salir de la Barra, pasando del puente a San José, o para el centro, a Paso de la Arena, eso mismo es lo que hace que los jóvenes no sean muy unidos, la amistad se va cortando, porque se dividen todos para distintos lados. Los jóvenes son muy de estar quietos, esperando. De repente estás tranquilo y te dicen bueno vamos a algún lado y salís pero no hay nada planificado, ni tampoco iniciativa.
Para salir a algún lado tenés que agarrar un ómnibus e irte al centro. No es cómodo aunque te guste, la mayoría de la población es gente mayor y los jóvenes a los veinte años se van, así que quedan los pobladores de más edad y los niños. Había un tiempo que era más tranquilo, después empezaron a verse cosas que antes solo se veían en el centro, como las drogas y los robos.
Últimamente el pueblo perdió la identidad, ni siquiera el río, por más que algunos lo siguen considerando como oro líquido. Lo último que se hizo fue un taller de murga, y fueron muy pocos jóvenes, eran casi todos niños. Tampoco hay mucho para quedarse y trabajar, tendrían que cambiar mucho las cosas.”
Entrevista / 10 de setiembre de 2006