El Padre de Gardel

El Padre de Gardel

María Lelia murió en 1905, con 35 años. Una mujer de la que poco se sabe, más allá de ser la madre biológica de Carlos Gardel. Comentan que cuando Carlitos vivió en la ciudad de Tacuarembó, ella pasaba en el charret y lo veía jugar en la vereda. Se sospecha una vida trágica, más allá de estar casada con el hombre más poderoso de la región. / En la foto se ve a toda la familia reunida y ninguna sonrisa, tal vez se juntaron porque conocían el inminente desenlace. En la falda de ella está María Lelia hija, y en la del coronel, Carlos Segundo. El original de la foto está en la casa de la psicóloga Clara Netto, descendiente del primer matrimonio del coronel.
Los franceses llegaron a Tacuarembó para explotar las minas de oro y crearon la Compañía Francesa de Minas de Oro del Uruguay, con una inversión fabulosa para la época (década de 1870). Poco tiempo después descubrieron que no era rentable y dieron quiebra. Pero el ingeniero L’Olivier se quedó porque el coronel Escayola le encargó la construcción de un teatro de ópera. En una época en que el gobierno construía edificios para la defensa, sobre todo en los lugares de frontera, en Tacuarembó se construyó un teatro. Costó unos 25.000 pesos fuertes de entonces, lo que significó un golpe grande para la fortuna del coronel. Esta fotografía se encuentra en la oficina del doctor Carlos Arezo Posada: su estudio de abogado posee un pequeño museo sobre la historia de Tacuarembó.
El Teatro Escayola no sólo era lujoso y tenía todas las comodidades de cualquier teatro europeo de la época, sino que su dueño mandó construir habitaciones a los lados del escenario, las que seguramente utilizaba frecuentemente con las artistas que llegaban de todo el mundo. Las compañías de teatro y ópera actuaban en Río de Janeiro y después iban al Teatro Colón de Buenos Aires, pero antes hacían escala en Tacuarembó. Incluso hubo algún expediente judicial propiciado por el Teatro Solís por conjuntos que no llegaron a Montevideo. El coronel programaba con mucha anticipación y las entradas se vendían en toda la región, inclusive el sur de Brasil. Las actrices utilizaban fotos como carta de presentación, muchas de ellas coloreadas a mano, constituyendo verdaderas obras de arte. Se encontró una colección con 120 tarjetas, varias autografiadas, que llegan hasta 1910, cuando el coronel vivía en Montevideo y ya tenía 65 años. Estas fotografías estaban en el Museo del Indio de Tacuarembó, donde quedaron hasta que el doctor Carlos Arezo Posada resucitó la Casa de la Cultura de Tacuarembó. Allí, en el archivo, está toda la colección de fotografías y títeres de Carlos Segundo Escayola.
Carlos Escayola tenía muy separada su vida familiar de su vida social, solamente se podían juntar parcialmente en las veladas musicales que hacía semanalmente en su casa. Reuniones bien relatadas por el cura párroco de la época, Jaime Ros, un cura catalán que no perdía oportunidad para frecuentar la casa de los Escayola. Quedó presente en el pueblo por haber construido la actual iglesia de Tacuarembó. Esta foto, además de mostrar la moda de las mujeres de la época, reúne a dos mujeres nacidas en 1870, las que son fácilmente identificables porque ambas miran a la cámara. La de la izquierda es Clara, la hija mayor del coronel, la de la derecha María Lelia, la tercera de las hermanas Oliva y su tercera esposa. Esto motivó que mucha gente manifestara que María Lelia era hija del incesto. Esta fotografía pertenece al archivo de Gonzalo Vázquez Gabor, hijo del médico Jorge Vázquez Netto, en la línea de descendencia de Clarita Escayola, casada con Julio Netto. Es tataranieto del padre de Carlos Gardel, coronel Carlos Félix Escayola en la rama del casamiento con su primera esposa, Clara Oliva. Gabor es autor del libro De Carlos Escayola a Carlos Gardel, editorial Torre del Vigía, primera edición 20 de junio de 2013, obra de 120 pág., con prólogo del escritor e historiador Juan Antonio Varese y comentario en anexo del director de cine Ricardo Casas.
El doctor Mateo Parisí estaba casado con la segunda hija del coronel. Estudió en el colegio San José de Buenos Aires y hablaba francés. Al ser el abogado de Escayola y hombre de confianza fue el encargado de negociar con Berthe Gardes la crianza de Carlitos, cuando le entrega los tres mil pesos de la época para tenerlo lo más lejos posible de Tacuarembó. Es bueno recordar que Berthe llega con los inmigrantes franceses, italianos y de las más diversas nacionalidades para trabajar en “La California del Sur”. Pasa a ser planchadora de la familia Escayola y frecuentaba también La Rosada. Al quedar embarazada de Romualdo López, de la familia patricia de los Ortiz, no se aceptaba la situación. Entonces Berthe decidió volver a Toulouse a tener su hijo y deja a Carlitos en Montevideo. Después volvió al Río de la Plata y se instaló en Buenos Aires, en 1923, cuando Carlitos ya tenía nueve años, ayudada por el dinero de Carlos Escayola.
Cuando María Lelia murió, Gardel estaba viviendo en Buenos Aires y volvió a Tacuarembó a reunirse con su padre. El coronel lo rechazó y hasta tiros hubo, de acuerdo con la tradición oral. Gardel no volvió más a vivir en Tacuarembó, departamento que visitaba frecuentemente, sobre todo se quedaba en la estancia de los Echegaray, cerca de Valle Edén. En esa época Gardel tenía veinte años y comenzaba a cantar públicamente temas criollos, que eran los más populares en el Río de la Plata y los que cantaba su padre. El estilo ‘El Moro’ es uno de los primeros en grabar, en 1912, y las hermanas comentaban que lo cantaba igual que el coronel. La foto pertenece al archivo fotográfico del diario El País, de Uruguay. En ella está vestido de gaucho, como habitualmente hacía en sus actuaciones, aun avanzados los años veinte. Nunca dejó de cantar temas del folclore uruguayo.
Poco tiempo después de la muerte de María Lelia el coronel se fue a vivir a su casa de Montevideo, en Yaro y Maldonado. Una actriz amiga, Pilar Madorell, dejó a su marido para ir a “cuidar los hijos más chicos de Carlos Escayola”. Fue la última compañera del coronel y en la foto la vemos con el Pato, de pequeño. El coronel vivió allí hasta su muerte, en abril de 1915, antes de cumplir los 70 años, solo y pobre como en sus orígenes. Lo único que le quedaba era una jubilación de coronel y unos discos de Gardel que escuchaba cuando nadie lo veía. Afectado por gripe, igual salió a ver una amiga que actuaba en el Teatro 18 de Julio y enfermó de pulmonía. Tres meses después debutó su hijo, junto a José Razzano, en ese mismo teatro. Esta fotografía pertence al archivo de Carlos Segundo, que está en la Casa de Cultura de Tacuarembó.
Carlos Segundo Escayola, conocido como el Pato, era el hijo menor del coronel, hermano de Carlitos. Al igual que su padre y su hermano era aficionado al arte, siendo uno de los pioneros del títere en Uruguay y creó la Casa de la Cultura de Tacuarembó. Fue uno de los integrantes de la familia más acosado por las investigaciones sobre los orígenes de Gardel. Nunca se manifestó, ni en familia ni ante la prensa, pero dejó todo arreglado para que después de su muerte se conociera la verdadera historia. La foto pertenece a Alejandra Escayola, nieta de Carlos Segundo, quien recuerda que cuando su abuelo se reunía con Erasmo Silva Cabrera, periodista de El País que investigó sobre los orígenes de Gardel en los años sesenta, lo hacía a puertas cerradas.
Bonifacia Medina nació en Minas en 1816, hijastra del coronel artiguista Andrés Felipe Latorre, se casó primero con Raymundo Jiménez y tuvieron una hija, llamada María Candelaria. Después, en 1840, se casó con Juan Escayola, inmigrante catalán, en la Villa del Durazno. Tuvieron cinco hijos, algunos en Montevideo, durante la Guerra Grande, entre ellos Carlos Félix Escayola Medina, cuyos padrinos de bautismo fueron el canciller del gobierno de Oribe, Carlos Villademoros, y su señora. Esta fotografía estuvo expuesta en un bar del centro de Tacuarembó con un cartel que decía: “La abuela de Gardel”. Luego se pudo localizar en la casa del antiguo propietario del bar. Es una copia muy grande, de un metro por sesenta centímetros.
María Candelaria Jiménez Medina, después conocida como María Candelaria Escayola, fue un personaje muy importante en la historia del coronel Escayola. Juan Escayola, el padre del coronel, murió joven en 1851, dejando a su viuda con cinco hijos. Dejó también una manzana en el centro de Durazno que compró con su trabajo de carpintero. La viuda vendió la propiedad y se fue con sus hijos al norte del país para establecerse en Laureles del Queguay, un lugar en el medio del campo de Tacuarembó, donde vivieron en condiciones muy humildes. Cerca de Laureles tenía su estancia el general gaúcho Antonio de Souza Netto, en Piedra Sola. Maria Candelaria, hija primogénita de Bonifacia Medina, se casó con Netto y la situación de la familia cambió radicalmente. Ella tenía 15 años y él 54. Esta fotografía pertenece a la Sección de Archivo y Documentación del Instituto de Letras, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República. Fue descubierta gracias al docente y crítico literario Pablo Rocca, profesor titular de Literatura Uruguaya en la misma Facultad.
Antonio de Souza Netto (1801-1866) era un hombre muy rico, tenía un ejército propio, fue político, militar, abolicionista y de los mayores líderes revolucionarios de Rio Grande do Sul. Participó activamente en el Sitio de Paysandú, donde unió sus tropas a las de Venancio Flores y Bartolomé Mitre, dando inicio a la Guerra de la Triple Alianza. Una vez traicionada la Revolución Farroupilha, de la que Netto fue uno de los principales líderes, el general se radicó en Tacuarembó y se casó con María Candelaria. Esta fotografía se encuentra en la Colección de Materiales Especiales de la Biblioteca Nacional del Uruguay, ya muy descolorida por los años, y adquiere especial valor ante la total ausencia de imágenes del caudillo en el Museo Histórico de Porto Alegre.
Carlos Félix Escayola Medina (Montevideo 1845-Montevideo 1915) empezó a hacerse popular en Laureles del Queguay, a los trece años, por tocar la guitarra y perseguir a las chicas del lugar. Su madre le enseñó a leer y a escribir, algo que no era para todo el mundo, y es así que en 1864, tras una breve formación militar en Montevideo marchó como escribiente al Sitio de Paysandú con el general Netto. Al año siguiente ya estaban en la Guerra del Paraguay, pero Netto murió en 1966 y Carlos se radicó en la Villa San Fructuoso, nombre que tenía entonces la ciudad de Tacuarembó, en una casa pegada a la del cónsul de Italia y su bella esposa. Durante años no se vio una fotografía del Escayola joven. Esta imagen inédita pertenece a los archivos de Gonzalo Vázquez Gabor, tataranieto de Escayola.
Juan Bautista Oliva Pittaluga era un próspero comerciante de Tacuarembó, tal vez el más próspero, con el título de cónsul cultural de Italia. Masón y astuto, estaba casado con una bella dama argentina, unos cuantos años menor que él. Aparece en los registros como prestándole dinero al coronel Escayola y también vendiendo propiedades en el centro de la ciudad. Tuvo tres hijas y dos hijos y vivió poco tiempo luego del nacimiento de Carlos Gardel. Algunas fotografías de la familia Escayola fueron cedidas por las hermanas Alma y Lelia Berrio Arzeno, parientas de Carlos Escayola en Montevideo, quienes donaron la mecedora del coronel al Museo Gardel, entre otros objetos e imágenes.
Juana Sghirla Balestra de Oliva tenía 32 años y estaba en su plenitud cuando Carlos Escayola la conoció, él con 21 años. Entonces comenzó una relación entre ambos que sólo terminó cuando Carlos se relacionó con su hija menor, María Lelia. La casa de Carlos y la del cónsul se comunicaban por los fondos, y las reuniones musicales donde Juana y Carlos tocaban el piano a cuatro manos eran frecuentes. Se cree que ella iba casando a Carlos con sus hijas para tenerlo cerca, hasta que se produjo el encuentro con María Lelia, que tenía la misma edad que la hija mayor de Carlos, ambas nacidas en 1870. La fotografía también es parte de la colección de las hermanas Berrio. Muestra a una Juana mayor, seguramente de la época en que la relación con Carlos ya había terminado. Todo indica que los grandes amores de Carlos fueron Juana y María Lelia.
Blanca Oliva de Escayola fue la segunda esposa de Carlos, a los 18 años, cuando quedó a cargo de las dos sobrinas al morir su hermana mayor, Clara. Fue el matrimonio que duró más y tuvieron siete hijos, hasta que Blanca descubrió que estaba embarazada su hermana María Lelia, de 13 años, y resolvió no acompañar más a Carlos fuera de su casa. Por entonces él ya era coronel y jefe político de Tacuarembó. Después de algunos intentos logró suicidarse el 31 de diciembre de 1886. Fue muy querida en la ciudad y Carlos nombró una de sus estancias, la más importante, como Santa Blanca. En el siglo XIX las mujeres se dedicaban a las “tareas de su sexo”: lavar, planchar, bordar, hacer la comida y atender al marido y los hijos. No había espacio para un solo acto de independencia personal, por eso que su esposa no acompañara más al coronel en público implicó un escándalo en la historia de Tacuarembó. Fotografía del álbum familiar de las hermanas Alma y Lelia Berrio Arzeno.
Carlos Escayola llegó a Tacuarembó en 1866, con 21 años. En 1880 obtiene el cargo de jefe político en 1880, que se equipara hoy a intendente, jefe de Policía y político del departamento (por entonces no se había creado el departamento de Rivera). Entre tanto encuentran oro en Minas de Corrales y eso motiva un movimiento de dinero que convierte al norte de Uruguay en “La California del Sur”. Carlos no sólo tenía que defender la frontera norte del país sino reprimir los levantamientos del Partido Nacional, opositor al gobierno. Pero al mismo tiempo dirigía grupos de música y teatro, organizaba reuniones musicales en su casa cada semana, tocaba y cantaba en los fogones con la peonada. Tocaba piano, guitarra y mandolina, fiel a la tradición musical de la familia Escayola. Finalmente construyó un teatro de ópera, al estilo italiano, en 1891, el primer local con energía eléctrica de Tacuarembó. Sádico con los opositores y galante con las damas, se le adjudican cincuenta hijos, entre los catorce reconocidos y los extramatrimoniales. Fotografía del álbum familiar de las hermanas Alma y Lelia Berrio Arzeno.
María Lelia Oliva de Escayola, la tercera esposa de Carlos, quedó embarazada a los 13 años, en 1883, y dio a luz a Carlitos con 14 ya cumplidos, lejos de la ciudad, a salvo de los ojos del pueblo. La conmoción dentro de la familia y de la sociedad tacuaremboense fue tan grande que hasta hoy se sienten sus ecos. Se produjo un silencio extendido a lo largo de ambos siglos que llama la atención y no deja sanar las heridas. Este escándalo generó que toda la fama y fortuna del coronel Escayola se perdieran para siempre y su historia se oculte hasta hoy. El teatro cerrado, la casa de Carlos cerrada en los últimos cuarenta años, sólo ruinas clausuradas de una historia que supo conocer toda la gloria que un hombre podía acumular. Además era ahijada del coronel, tuvieron que pedir una dispensa papal para casarse y entre tanto tuvieron mellizos. Esta foto de María Lelia apareció después de la muerte de una de las nietas del coronel, que era de los integrantes de la familia que no dejaban hablar del tema Gardel hasta pasar el otro mundo. Una foto muy particular si se observa la pose de la joven. La fotografía está en posesión de César Escayola, bisnieto del coronel Carlos Escayola, y sobrino nieto del Pato, Carlos Segundo Escayola Oliva, el hijo menor del coronel.
El general Máximo Santos fue el segundo presidente del “período militarista” que se estableció en la segunda mitad del siglo XIX. Conocido como dictador sangriento, en realidad tuvo que organizar el país a partir de la renuncia del coronel Lorenzo Latorre y la muerte de José Pedro Varela. Fue una especie de Napoleón II en Uruguay y nombró a Carlos Escayola como su hombre de confianza en el norte. Carlos era padrino de bautismo de una de sus hijas y Máximo padrino de uno de los hijos de Carlos. Se conocieron muy jóvenes en el Sitio de Paysandú y siguieron escalando posiciones en el Partido Colorado, el partido de gobierno. Cuando Santos iba a Tacuarembó era recibido por su jefe político en el burdel La Rosada, el lugar más elegante del pueblo. Es curioso ver cómo estos hombres tuvieron a cargo crear un país independiente, sus instituciones, su organización republicana, y fueron exitosos siendo jóvenes, más allá de las guerras civiles que estaban a la orden del día. Además eran melómanos y verdaderos dandys de la época; construyeron palacios con materiales traídos de Europa. La fotografía pertenece al Archivo Nacional de la Imagen del Sodre, Montevideo.
Carlos Escayola fue nombrado coronel por el presidente de la República por designación directa en 1886, considerándose una de las irregularidades que ocurrían en ese Uruguay que estaba naciendo, que pasaba “de la barbarie al disciplinamiento”. Aquí vemos el decreto de Máximo Santos en reconocimiento a los servicios prestados a la patria y al partido; su compadre era además su hombre de confianza desde el Río Negro hacia el norte. Si bien Carlos no era un militar de carrera, se desempeñaba hábilmente en las batallas. Tuvo que participar en varias desde los 19 años y dirigir unas cuantas ya como jefe político de Tacuarembó. Lógicamente él prefería la vida galante pero no eludía sus deberes militares, sobre todo con los opositores políticos. El documento es propiedad de Alejandra Escayola, bisnieta del coronel.
Una cosa era ser Carlos Escayola y otra era ser el coronel Carlos Escayola. El título aumentaba su prestigio, tanto a nivel político como en el trato con “el bello sexo”, como definían entonces a la mujer. Las dotes seductoras de Carlos eran conocidas desde su adolescencia pero al asumir la Jefatura Política y recibir el título de coronel logra el máximo de su esplendor. Hay que considerar que era en un pueblo del norte de Uruguay, más cerca del Imperio Portugués que de la capital, con gente que llegaba de todo el mundo en búsqueda de oro, de alcanzar la fortuna rápidamente. En ese momento llegaron a coexistir tres logias masónicas en Tacuarembó, los colorados como Carlos y su suegro eran francmasones. Pero además el coronel era un agitador cultural desde varios ámbitos de la vida del departamento, incluyendo los prostíbulos que tenía en la ciudad y en Santa Ernestina, este para los obreros de las minas de oro. La foto fue encontrada en la casa de Juan Francisco Giró, Museo Histórico Nacional, la única donde se ve a Carlos de uniforme.
En la ciudad de Tambores, fronteriza entre Tacuarembó y Paysandú, hubo un encuentro con la familia Mederos, cuyos miembros mostraron con mucho orgullo la imagen que conservan de Gardel, dedicada a un ancestro. La reproducción es mala porque allí no había escáner para copiarla pero se optó por incluirla en esta exposición porque muestra la otra cara del músico oriental, que repartía su arte por todas las comarcas del país de origen, sobre todo en la región cercana a Valle Edén. Por allí hay testimonios, aún hoy, de gente muy anciana que conoció a Gardel.
La casa de piedra donde Bonifacia Medina fue a vivir en Laureles del Queguay junto con sus hijos, en 1852, está conservada por Elena Escayola, nacida en 1919. Ella vive en una casa más nueva con su hijo Mario, en un lugar donde se llega por caminos también de piedra. Cuesta creer que allí haya vivido parte de su infancia y adolescencia un personaje que alcanzó tanto poder. Por estar tan alejado de la “civilización”, el lugar conserva un estado idílico. Fue una descubierta que se hizo antes del rodaje del documental, lo cual permitió encontrar las imágenes que podían relatar la vida de “El padre de Gardel” con mayor claridad.
Entrevista con Elena y Mario, buscando historias de aproximación al personaje de Carlos Escayola. Aquí se realizaron también registros de las fotografías únicas que Elena conserva en las paredes de su casa.
Otro lugar ineludible para el documental es la estancia Santa Blanca, no sólo Gardel nació allí, sino que era el lugar de reuniones de la familia y también centro de reclusión del coronel Escayola. Finalmente se logró la autorización para entrar al recinto, aunque nadie entra al torreón, donde el coronel detenía a los opositores. Es parte del misterio de Tacuarembó, como la casa del coronel cerrada, el Teatro Escayola cerrado y muchas bocas que aún hoy permanecen cerradas. En la foto, Diego Varela, el fotógrafo del documental, y el sonidista, Pablo Benedetto.
El rodaje del documental condujo a Sabadell, un pueblo cercano a Barcelona pero no muy afecto a conservar cosas viejas. De allí vienen los Escayola, al menos los hermanos Juan y Pablo que llegaron en 1838 a Montevideo para radicarse en la Villa del Durazno. Felizmente se conservan casi intactos los hornos de alfarería de la familia Escayola, los alfareros de Catalunya, donde la costumbre de casarse tres veces y tener quince hijos era una tradición familiar. El que está tras la cámara es Roger Lapuente, el fotógrafo que fue incorporado al equipo en España.
Las terracotas que hacían los alfareros de Sabadell no sólo eran cuencos y jarros, también adornaban las casas importantes de la provincia, incluyendo estas estatuas que se conservan bastante bien, a pesar del paso del tiempo y los depredadores, sobre todo si se tiene en cuenta que son de barro. Estos hornos se pueden encontrar en la Via de Massagué, 5-7, de Sabadell, dentro de un comercio de alfombras llamado Foc Ventura, que es el apellido del dueño y preservador del descubrimiento arqueológico.
Entrevista a Clara Netto en el Museo de Antropología, Av. De las Instrucciones (casi Millán), conocido como la Quinta Mendilaharsu, perteneciente originalmente a la familia Netto- Mendilaharsu. Sólo se conserva una habitación en las condiciones originales, con tapizados de seda bordada y arañas de cristal. Un lugar muy inspirador donde Clara aportó las fotos de su familia, que conserva cuidadosamente.
Otro de los lugares claves para comprender la historia de Escayola es la ruina de la Represa de Cuñapirú, donde se transportaban las piedras con oro de Minas de Corrales. Se conservan en condición muy buena y su historia es única. Esta fue la primera represa hidroeléctrica de Sudamérica y funcionó hasta las inundaciones de 1959. Diego Varela trabajó con la cámara, Pablo Benedetto (de espaldas) en sonido y Cliver González (al fondo) fue el chofer del equipo de rodaje.
Valle Edén es uno de los sitios más bellos de Uruguay. Cada día el rodaje en Tacuarembó comenzaba a las seis de la mañana, una hora antes del amanecer, para apreciar la belleza del campo. Aquí se ve el puente flotante sobre los cursos de agua tan comunes en la región.
A partir de esta imagen el director del documental reflexiona sobre que todos sus documentales son acerca de personajes de Tacuarembó. Tal vez Escayola sea la clave para entender por qué tantos referentes de nuestra cultura vienen de allí. Pero el primero, sobre Darnauchans, comenzaba en este mismo lugar con una panorámica sobre Minas de Corrales. “Tal vez cerramos un ciclo con El padre de Gardel y esta imagen representa justamente eso”, dice Ricardo Casas.
El documental comienza en el Panteón de los Escayola, en el Cementerio de Tacuarembó, llamado popularmente “El harem de Escayola”. Arriba se ve la escultura de Clara Oliva, luego Blanca Oliva, abajo a la derecha un medallón con la imagen de María Lelia Oliva, a la izquierda Juana Sghirla y en el centro el coronel Carlos Escayola. Muestra la decadencia económica del coronel pero permanece rodeado de sus mujeres.
La estancia Santa Blanca está lejos de la ciudad de Tacuarembó; es una especie de fuerte que domina varios kilómetros desde su mirador. Fue “comprada” por Carlos Escayola en 1885, a través de un testaferro del general Máximo Santos. Sin duda la ocupó, puesto que allí nació Carlos Gardel en 1884. Era un lugar de veraneo, hasta un vals le compusieron –’Paseo a Santa Blanca’–, donde el coronel iba con sus familiares y amigos y pasaban varios días de fiesta. Pero también era un lugar de reclusión de opositores políticos, hasta hace poco en el sótano del mirador se conservaban los grilletes que utilizaba a tales fines. El actual dueño no deja entrar a la estancia, mucho menos al mirador, tanto es así que en la primera visita sólo se autorizó fotografiar desde la tranquera. Allí llevaron a María Lelia a tener a Carlitos, quien quedó a cargo de unas empleadas hasta que lo llevaron a la ciudad porque no podían tenerlo más en la estancia. Como después tampoco podían tenerlo en Tacuarembó, comienzó la historia nómada de Carlos Gardel. Esta fotografía es parte de la investigación realizada para el documental El padre de Gardel. La fotografía fue tomada por el director del documental, Ricardo Casas, en 2010.
Afiche de la película
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Descripción

Esta muestra está compuesta por imágenes históricas y contemporáneas que ilustran parte del proceso de investigación realizado por el cineasta Ricardo Casas para su último documental, El padre de Gardel, que estrenará en mayo de este año.
La idea es arrojar luz sobre un peculiar personaje del siglo XIX uruguayo en el que coexistieron dos mundos: la barbarie y el disciplinamiento. Al decir del historiador Barrán: “Ese Uruguay era un país que quería ser república y que tenía dos modelos diferentes, determinados respectivamente por los partidos Blanco y Colorado”.
En ese contradictorio escenario vivió Carlos Félix Escayola Medina, un hombre que se construyó a sí mismo y que logró tener una situación destacada en la sociedad de Tacuarembó, era como el presidente al norte del Río Negro.
Se buscó un acercamiento a esa personalidad y a ese mundo de ocultamientos y normas rígidas, así como de florecimiento económico enmarcado en el descubrimiento de oro en la región, conocida como “la California del Sur”. Se generaron en esa época modelos sociales y económicos cuya influencia se prolongó hasta nuestros días.
En ese marco Escayola se casó sucesivamente con tres hermanas de apellido Oliva: Clara, Blanca y María Lelia. Carlos Escayola tuvo 14 hijos dentro de sus matrimonios, pero se calcula que es el padre natural de otros 50 de relaciones extramatrimoniales. Entre estos hijos ilegítimos hubo uno que heredó sus dotes musicales, el después conocido como Carlos Gardel, que engendrara con María Lelia, cuando ella tenía 13 años y él estaba casado con Blanca.

 

Fecha

  • Desde el 07/02/2014 hasta el 05/03/2014 en [CdF Sala]

Autores

  • Ricardo Casas

Convocatorias

El Centro de Fotografía realiza anualmente convocatorias abiertas para editar libros y exponer muestras fotográficas en los diferentes espacios que gestiona, a partir de las propuestas de autores uruguayos y residentes en Latinoamérica. Los trabajos son elegidos por un comité de selección externo al CdF que cambia año a año.

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