Camaratres
En 1983 nos conocimos en el Foto Club Uruguayo. De nuestra in-
quietud por la fotografía y por la política, entre salidas, laboratorio,
charlas, discusiones sobre luces y sombras, nos encontramos de
pronto siendo reporteros de la protesta de una generación que no
se resignaba a la larga noche de los silencios y complicidades. Car-
naval, las Llamadas y allí nuestra primera foto vendida y nuestro
trabajo free lance. Nuestros nombres desconocidos, no era oportu-
no. Empezamos a autodenominarnos Camaratres.
Luego nuestro primer carné de prensa. (Cuanto sirve en nuestro
país una chapita). Siguió entonces siendo una forma de participar,
se transformó en nuestro medio de vida y nos permitió superar las
discriminaciones de la época. Lentamente Camaratres fue sin que-
rerlo una receptoría de amigos, camaradería, noches de laboratorio
siempre acompañados. Canalización de fotos anónimas, presentes
y antiguas que nunca habían aparecido. Recepción de fotos que
nos llegaban sin reclamar autoría, el Uruguay, el temor.
Toda una época en blanco y negro, ya el país estaba contra la dic-
tadura o con la dictadura, era el fin del proceso cada vez menos
cívico-militar para ser “sólo militar”, ya no había más cómplices,
no tenía sostén.
La gente participa, el temor se diluye en la manifestación colecti-
va.
Elecciones y apertura, la actividad como Camaratres en algunos
aspectos deja de tener sentido, vamos ingresando en etapas don-
de nuestras fotos tienen autor; en otros sentidos Camaratres no
deja de existir, son documento, sigue siendo memoria que a veces
se quiere ocultar y a la cual han recurrido muchos autores en sus
publicaciones, organizaciones sociales y sindicales y compañeros
hasta para sus recuerdos personales.
Nuestro agradecimiento a tanta gente que no conocemos, protago-
nista de este reporte fotográfico.
A los amigos y compañeros.
A Carlos Etchegoyhen, secretario de Foto Club Uruguayo durante
los años de silencio.
A Maga Acosta y Lara con quien terminamos conformando el
tres.
A Jorge Vidart, compartimos insomnios atrás de una nota.
A los magos, Yuyo Rasmussen y Carlitos Porro.
A Pepe Plá y a Nelson Wainstein.
A periodistas de todas esas horas, Zelmar Lissardi.
A los amigos que hicimos en el Semanario Aquí, a su apoyo y res-
paldo.
A fotógrafos increíbles, Sengo Pérez y Marcelo Isarrualde.
A Alfredo y José María Oliú.
Todos son parte de esta historia de camaratres, por su protagonis-
mo, por el dato, por la foto, por la compañía, por compartir el ries-
go, por su paciencia, por sus aportes técnicos o por saber escribir
una nota de aquel documento que traíamos de la calle.
A tantos comerciantes – las galerías de 18, que protegieron rollos
calientes; “te van a matar, qué hago con esto”, “guardalo; no te
preocupes que vuelvo, si no es hoy es mañana”.
Al Lobizón, los datos de los boliches; el viejo “radio aviso” y el es-
trés cuando sonaba su “bip bip”, que nos trasmitía mensajes “poco
claros”.
A todos los que hicieron que siguiera existiendo este archivo,
Guillermo Robles, Mario Schettini, Marisa Adano y a la gente del
Centro Municipal de Fotografía, su tenacidad, su persistencia, su
capacidad y su amistad hacen posible este rescate de las fotos de
Gori y Cyro.
José Luis Sosa - Cyro Giambruno
camaratres@gmail.com