"Un viaje al Jepira" de Miguel Moya (VE)

"Un viaje al Jepira" de Miguel Moya (VE)

Mapa del trayecto de la Guajira venezolana. Guajira colombiana.
Recogen y trasladan los restos de los hermanos Evangelista y Ricardo Silva, exhumados en el Cementerio Municipal del Moján en el estado Zulia, Venezuela
Los restos son llevados por su familiares en camiones llamados “chirimcheras”, ya que es la única forma de llegar por tierra hasta la Alta Guajira. Cementerio Municipal del Moján en el estado Zulia, Venezuela
La última parada en la frontera de la Guajira venezolana.
La viuda de uno de los hermano Silva se prepara para el largo viaje. Frontera de la Guajira venezolana.
Los pasajeros se protegen del inclemente sol durante el viaje. Frontera Guajira venezolana.
Se hacen las últimas compras de víveres en el Abasto waguatuy (en idioma wayuu significa “buen viaje”). Frontera Guajira venezolana.
Uno de los ancianos wayuu, llamados “mayores”, espera para el largo viaje. Frontera Guajira venezolana.
Todos se acomodan cómo y dónde pueden en los camiones para el largo viaje a la Alta Guajira. Frontera Guajira venezolana.
Entrando al territorio de la Alta Guajira colombiana el camino es cruel e inclemente con los camiones. Alta Guajira colombiana.
Las áridas tierras de la península de la Guajira es el camino recorrido por generaciones de familias wayuu. Alta Guajira colombiana.
Dos mujeres mayores descansan en el largo y agotador viaje de más de diez horas. Entre cajas de víveres y equipaje acompañan los cofres en donde van los restos de los hermanos Silva. Alta Guajira colombiana.
Don Andrés realiza una vez más el largo viaje desde Venezuela hasta Colombia para encontrarse en el ritual del jepira, el segundo velorio wayuu. Alta Guajira colombiana.
Pasando la frontera entre Venezuela y Colombia por la Alta Guajira llegamos a la primera parada en la Flor de la Guajira, desolada comunidad donde se encuentra una de las bases militares colombianas y algunos pequeños comercios. Alta Guajira colombiana.
Yoel dice: “Ya se ve nuestro destino el municipio de Nazareth”. Alta Guajira colombiana.
Dos niñas del pueblo indígena wayuu van en mula a escuela bilingües wayuu-español. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Llegamos a la casa mayor de la familia Silva donde se realizara el altar para el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los hombres de la familia de los difuntos se encargan de la carne de los animales que fueron sacrificados para alimentar a los que llegan del largo viaje para el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Las mujeres se encargan de preparar la comida para los invitados y familiares presentes en el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los ancianos wayuu representan la mayor presencia en los velorios, ya que muchos fueron amigos y conocidos de los difuntos. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana
Al llegar a Nazareth se coloca el habitual altar en donde reposarán los “cofres” con los restos exhumados de Ricardo y Evangelista Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
En las costumbres wayuu se revelan numerosas manifestaciones de poder, control, organización y defensa que pasan de una generación a otra. Una escena en la que un niño en brazos de un hombre wayuu juega con un arma de fuego es poco entendida por nosotros, los “alijunas” (personas que no son wayuu). Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los restos de dos de los hermanos Silva ya fueron exhumados y se espera la exhumación del tercero de ellos, Manuel Silva; por tres días sus familias e invitados al velorio darán el último adiós antes de partir al jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
En el jepira los restos de los difuntos son velados por tres días y después son llevados al cementerio para culminar el viaje ancestral. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Todos los invitados y familiares se suben a los camiones para ir al cementerio a participar en la exhumación de los restos de Manuel Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Camino al cementerio se aprecia el mítico cerro de Wososopo (uno de los tres cerros del mar y la tierra), que a través de generaciones es conocido por ser el padre y protector de los territorios wayuu. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Comienza en el cementerio ancestral moochomaana la exhumación del tercer hermano, Manuel Silva, quien nació en 1928 en el Municipio Nazareth, y murió en 2002 en Maracaibo, Venezuela. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Manuel Silva tuvo dos matrimonios wayuu, más de diez hijos y numerosos nietos quienes lo recuerdan y lloran al ver su exhumación. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
El segundo velorio es un espacio de memoria wayuu. Si bien hay un entorno físico, su carácter está asociado primordialmente con otro mundo del más allá. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Los hombres mayores supervisan que todo se haga de manera acostumbrada por el pueblo wayuu en la exhumación de los restos de Manuel Silva. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Los presentes, familiares y conocidos del difunto, esperan la exhumación para ver por última vez los restos de Manuel Silva antes de que sean limpiados y colocados en el cofre. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Entre llantos y asombro se retira la urna donde reposaron por más de quince años los restos de Manuel Silva. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Maritza Silva, hija del difunto Manuel Silva, limpia los restos exhumados de su padre para ser depositados en un cofre delante de los testigos familiares y amigos. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
La viuda de Manuel Silva y algunas de sus hijas miran por última vez los restos del difunto y observan que todo se haga como se ha hecho desde tiempos ancestrales en el jepira. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
En el segundo velorio el esqueleto es exhumado para que lo limpien las mujeres mayores de la familia, quienes deben velar por su cuidado, protección y entierro en el territorio de la familia materna. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Como es costumbre y por respeto al difunto se cubre el cráneo de los restos de Manuel Silva con una tela de color blanco. Algunas de las mujeres también llevan y recubren sus cabeza con telas blancas. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
El pueblo wayuu llama a los ancianos “palabreros”; ellos llevan el conocimiento y resguardo de su idioma, el wayuunaiki. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Se arroja al fuego limpiador todo lo que acompañaba en la urna a los restos de Manuel Silva. Cementerio “moochomaána”, Alta Guajira Colombiana
Los restos ya fueron limpiados y colocados en el cofre por Maritza Silva, hija mayor de Manuel Silva. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Jepira es un lugar mítico que forma parte del ciclo desde que se nace, se vive y se muere wayuu: una muerte en la Tierra y otra en Jepira, razón por la cual los wayuu son enterrados dos veces. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Los restos Manuel Silva ya descansan en el cofre en el cual serán llevados desde el cementerio hasta el altar donde se encuentran los “cofres” con los restos de los dos hermanos, Evangelista y Ricardo Silva. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
En algunos velorios los familiares también piden sacar ciertos cofres con restos de los mismos clanes o emblemas wayuu para que acompañen a los hermanos Silva en el altar. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Uno de los sobrinos de Manuel Silva lleva el cofre con los restos de su madre para que acompañen a sus familiares en el altar durante el jepira. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Entre nietos, hijos y familiares se relevan para sostener y trasladar el cofre donde reposan los restos de Manuel Silva, en una larga caravana que se realiza a pie desde el cementerio ancestral moochomaana hasta la casa donde se encuentra el altar. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
En una larga caminata de aproximadamente dos horas se cargan los pesados cofres con los restos de los difuntos, ya que ellos en vida caminaron y llevaron los cofres de sus antepasados para celebrar el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Todos los familiares e invitados al velorio acompañan a los que cargan los cofres hasta llegar a la casa donde se encuentra el altar. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Al llegar a la casa se colocan las últimas imágenes de los difuntos encima de los cofres donde están sus restos. Antiguamente se colocaban algún objeto que en vida acompañó al difunto. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Desde muy niños se les enseña a respetar y valorar la cultura wayuu: cómo funciona en la vida y en la muerte, transmitiendo esto de una generación a otra para que continúe el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
En el altar se encuentran los parientes, amigos y familiares con los restos de los hermanos Silva; se les acompaña por tres días. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Como es costumbre en estos velorios, grupos de mujeres (llamadas por el pueblo wayuu “lloronas”) se alternan para llenar el aire de llantos. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Una joven lleva con orgullo su vestido originario wayuu, llamado “manta”, con característicos dibujos de animales de su clan ancestral. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
En los tres días del jepira no hay noche y algunos no duermen para acompañar a sus difuntos que reposan en el altar. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los clanes son grupos familiares que marcan la territorialidad, es decir, definen un área geográfica limitada que es respetada por los miembros de la comunidad y le da un sello de identidad y sentido de pertenencia a la cosmogonía y creencias wayuu. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Durante todo el velorio de jepira la familia de los difuntos deben proveer alimentación y bebidas típicas a los invitados. Para ello se hace el llamado “festín de la carne”, que representa lo sagrado y lo profano en muchas religiones occidentales y en la cultura wayuu se trata de la matanza de ganado, chivos y ovejas para repartir su carne entre los presentes. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los hombres se encargan de sacrificar los animales que alimentarán a los presentes en el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los familiares saludan a los invitados que se colocan alrededor de la casa donde se encuentra el altar en el que están los cofres con los restos de los hermanos Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
En muchos velorios aún se ve a hombres mayores que usan como vestimenta el guayuco, o taparrabo corto, amarrado con una banda estrecha de la cual cuelgan borlas decorativas, una mochila corta y un cuchillo. Visten camisa blanca, sombrero de fieltro y calzan sandalias de cuero sin adornos. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
La sociedad wayuu está organizada en clanes matrilineales: los hijos pertenecen al clan de la madre. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
De varios territorios de la Alta Guajira llegan invitados y familiares de los difuntos para acompañarlos durante los tres días en el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
María Trinidad, una mujer de casi cien años, perteneciente al clan wayuu uriana, lleva el conocimiento trascendental y saberes ancestrales de la familia de los hermanos Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Los hombres recorren los lugares donde se encuentran los invitados para repartir la carne y los víveres entre todos los participantes al segundo velorio wayuu de los hermanos Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Se improvisan fogones para cocinar la carne y víveres, como es costumbre entregados por los familiares de los difuntos en el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Las mujeres están encargadas de limpiar el ganado que será repartido entre todos los presentes. En el jepira se aprovecha cada parte del ganado sacrificado. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Familiares descansan en una enramada (chozas improvisadas) donde cuelgan sus chinchorros para dormir y descansar en el jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Las mujeres preparan café y la chicha de maíz para dar fuerza y energía durante los tres días del jepira. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Mujeres wayuu van y vienen de la antigua choza de la familia Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
El jepira es un ritual de creencias ancestrales wayuu, en un universo oral y simbólico, donde también se encuentra la mezcla con la religión católica y cristiana. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Culminado los tres días del velorio, la viuda de Manuel Silva despide los restos y manda a recoger los cofres para que sean llevados a su última morada en el cementerio ancestral moochomaana. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Todos los presentes se adelantan a subir a los camiones para trasladarse al cementerio en donde esperan que lleguen los cofres con los restos de los hermanos Silva. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
Uno de los hijos mayores de Evangelista Silva prepara los cofres que serán de nuevo cargados y llevados por los familiares desde la casa hasta el cementerio. Municipio de Nazareth, Alta Guajira colombiana.
El territorio indígena wayuu se determina principalmente por el recorrido de sus cementerios ancestrales. Uno de ellos es el cementerio moochomaana, que en idioma wayuu significa “lugar que aun no termina”, de la familia del clan uriana, territorio donde fueron exhumados y luego del segundo velorio descansan los restos de los hermanos Silva. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Una niña wayuu espera la llegada de los cofres con los restos de Manuel, Evangelista y Ricardo Silva, que reposarán en las bóvedas familiares. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Los nietos juegan sobre las tumbas de sus abuelos en el cementerio, es parte del jepira: se narran historias y se recuerdan a los que ya no están en este mundo. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Se prepara la bóveda donde pondrán los cofres con los restos de los hermanos Silva. En la sociedad wayuu no se entierra a los muertos, ya que no se les olvida: siempre están presente hasta completar el jepira. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
En el jepira, la vida y la muerte se encuentran cuando el mundo de los vivos transita hacia el mundo de los muertos. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Con el sonido del tambor se termina el jepira; según los wayuu, las almas de los muertos retornan a la tierra en forma de lluvia. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Cubiertas con sus vestidos o mantas largas, blancos o estampados con colores vivos y flores, cierran el ciclo ancestral del jepira, esperando el próximo velorio y continuar un legado de celebración de la vida y la muerte. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
Todos se despiden y recogen sus pertenencias para partir a sus comunidades cercanas; a otros les espera un largo camino de retorno a sus territorios de origen wayuu. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
El jepira se manifiesta en un sueño en el que el difunto comunica que ya está preparado para partir “al gran viaje al jepira”, ese lugar donde viven las almas de los wayuu muertos. Cementerio moochomaana, Alta Guajira colombiana.
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Descripción

La muestra

Los wayuu son el pueblo indígena más numeroso en Venezuela. Un pueblo orgulloso de su gentilicio cuyo idioma, el wayuunaiki, pertenece a la familia lingüística amerindia arawak. Sus antepasados se refugiaron en las áridas tierras de la Península de la Guajira, que hoy se encuentra dividida por la frontera entre Venezuela y Colombia.

Para los wayuu, la vida y la muerte forman parte de un continuo que sigue determinados pasos y cada uno de estos está marcado por un ritual. Uno de los fines de estos rituales es garantizar la constante provisión, los recursos necesarios para que ese continuo no se detenga y perviva la sociedad wayuu.

Los rituales funerarios son la expresión más acabada de esas creencias. Cuando una persona wayuu muere se celebra un primer velorio o entierro, y el alma del difunto viaja como yoluja a Jepira, el paraíso de los wayuu muertos. El wayuu en el Jepira se reencuentra con sus antepasados y con los animales que le pertenecieron en vida. Para la mayoría de los wayuu Jepira tiene ubicación, queda en la Alta Guajira, más allá del mar. Pero también en la Alta Guajira se ubica el origen de todos sus linajes, al que deben retornar después de muertos.

En Jepira generalmente si la persona es adulta es sepultada en el cementerio de su familia política. Pasado algunos años, en sueños, le pedirá a algún familiar cercano que lo devuelva a su “carne”, al linaje de su madre, y después de la exhumación de sus restos, que tendrá lugar durante el segundo entierro, sus huesos serán depositados en el cementerio del linaje materno al que perteneció. Eso significa que ahora ha muerto en Jepira y que retornará en forma de lluvia o de wanulü, ser mitológico asociado a los principios de muerte.

Miguel Moya (Venezuela, 1975). Luego de cursar estudios de Artes Visuales en la opción de Fotografía se establece en varias comunidades indígenas y afrovenezolanas, trabajando y colaborando para instituciones nacionales e internacionales a través de diferentes proyectos. Principalmente su trabajo fotográfico tiene como tema la relación hombrenaturaleza y el hecho social que lo rodea en una especie de “reciclaje de su memoria”. Ha participado en numerosas exposiciones y publicaciones nacionales e internacionales, donde ha recibido distintos reconocimientos.

Fecha

  • Desde el 05/04/2018 hasta el 04/06/2018 en Fotogalería Parque Rodó

Autores

  • Miguel Moya

Convocatorias

El Centro de Fotografía realiza anualmente convocatorias abiertas para editar libros y exponer muestras fotográficas en los diferentes espacios que gestiona, a partir de las propuestas de autores uruguayos y residentes en Latinoamérica. Los trabajos son elegidos por un comité de selección externo al CdF que cambia año a año.

Las bases de todos los llamados puede consultarse en la página de convocatorias.

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