Este fue el primer boliche de la ciudad. Se habla de 1730. Lo que le da el nombre a El Hacha es un crimen que sucedió en 1794 y que fue juzgado en Buenos Aires. Al tipo lo llevaron a Buenos Aires a juzgar y después lo mandaron para acá otra vez. Anteriormente a que le llamaran El Hacha se llamaba “El negocio de Vázquez” o “La esquina de Vázquez” o algo así por

el nombre del dueño. Después pasaron a decirle la esquina del Hachazo o la esquina de El Hacha.

Desde los once años que estoy acá en el barrio. Mis hijos tienen la ventaja de haber nacido acá. Yo vine hace unos 42 años. El Hacha era el lugar nuestro de parar de muchachos. Cuando éramos botijas, no podíamos entrar porque éramos menores de 18 años. Todo esto tenía cielorraso, que en aquel momento era de arpillera. Nosotros la excusa que teníamos para entrar era que decíamos que los tipos que tomaban te, tiraban el sobre y quedaba pegado en la arpillera. Entonces, cuando se hacían las cantarolas, decíamos que veníamos a contar los sobrecitos de te. Y bueno, nos fuimos criando acá. Yo me crié en esa esquina.

Éramos ocho en una pieza y ahora tenemos una casa con ocho piezas.

Era un boliche de tragos. De aquel lado estaba el almacén, porque era bar y almacén. Mucha gente se quedaba tomando afuera porque estaba siempre lleno.

El Hacha cerró en 1999 y con mi amigo Emilio Bruno nos animamos a abrirlo otra vez en el 2001. Gracias a Dios tengo un público espectacular. Muy familiar. En general con la mayoría nos saludamos con un beso y nos despedimos con un beso y un abrazo. Me ayudan mi mujer y mis dos chicos. Laburamos todos.

Hemos hecho exposiciones, espectáculos musicales, actividades culturales, cuestiones literarias, publicaciones. La idea nuestra es rescatar todo lo que sea Ciudad Vieja.

Entrevista / mayo de 2004.